Opinión

Black & white

Más que los misteriosos negocios del rey emérito con las tarjetas black (por cierto ¿existen las tarjetas white?) a mi de ese turbio asunto me llaman la atención otras cosas, pequeños, pequeños detalles. 

Por ejemplo, que los usuarios que más emplearon dichas tarjetas fueron dos niñatos sin oficio, aunque con mucho beneficio: Froilán Victoria y Federica de Marichalar (sí, me he confundido con los apellidos y fue a propósito ¿qué pasa, es que uno no puede confundirse alguna vez o qué?).

También me llama la atención que las emplearan para pagar servicios de Uber y hacer gasto en El Corte Inglés. Lo de Uber me desconcierta ya que ese muchacho y esa muchacha tienen cada uno de ellos unos coches propios estupendos. Y supongo que si quieren hacer algún viaje en un coche con chófer seguro que también lo tienen en casa sin necesidad de contratarlo en Uber (?). 

Los chavales, y ahora me refiero a los chavales en general, es lo que tienen: que los mayores no los entendemos. A mí también me pasaba constantemente cuando era chaval.

Lo de El Corte Inglés ya es otro cantar. Aquí Froilán Victoria y Federica de Marichalar (no insistan, no pienso corregir este error), manifiestan la clásica campechanía y proximidad de los Borbones al pueblo llano, ya que todos los españoles compramos en El Corte Inglés tranquilamente. Una proximidad al pueblo que nos recuerda a aquel otro Borbón Fernando VII, que le vendió España a Napoleón a cambio de una casita en el sur de Francia. Una jugada maestra que revela el buen ojo que tienen los Borbones para los negocios inmobiliarios y financieros. Yo creo que deberían trabajar todos como brokers en la City de Londres post-Brexit.

Con todo esto al que la cosa le está saliendo fatal sin tener la culpa de nada, al menos por ahora, es a otro Borbón, Felipe VI. No sé si Froilán y Federica, esos dos pánfilos, serán Black & White, pero yo le recomendaría a Felipe VI que se pusiera un whisky y se tomara el asunto con calma y paciencia.

Esto no viene a cuento pero yo cuando veo una botella de Black & White me acuerdo siempre de un amigo de Madrid, un super director creativo publicitario de los 80 que tenía en su despacho (llevaba la cuenta de publicidad de Black & White entonces) un gran cartel enmarcado que habían hecho los directores de arte en su agencia. Un cartel que suscitaba toda clase de risas incluso entre los ejecutivos de su cliente Black & White, pero que por supuesto ellos nunca habrían aprobado para una campaña de verdad. Una broma gráfica y privada que solo existía en la pared de aquel despacho. 

Supongo que todos ustedes conocen la imagen de Black & White, dos graciosos perritos scottish-terrier uno blanco y otro negro. Lo original y divertido de aquel cartel singular era que los perritos bajo el logotipo de Black & White y muy sonrientes... estaban follando.

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