Opinión

Camposancos

Hace años escribí un libro sobre mi infancia que se titula “Príncipes de Tabagón” del que ya he hablado por aquí alguna vez. Tabagón es el pueblo de mi padre, un pueblo precioso y diminuto cerca de La Guardia.

Es un libro bonito aunque nunca he conseguido un editor para él. Lo escribí como un homenaje a mis padres, tíos, primos, primas, abuelos, amigos y conocidos de mi niñez cuando yo solo era una lombriz. Y es que a mi edad aun sigo siendo solo una lombriz creo, una que se retuerce sobre sí misma sin saber porqué.

Este es un fragmento de un capítulo en el que rememoro un recuerdo de mi madre Socorro de niña pequeña, cuando acompañaba a su padre, mi abuelo, que era el maestro de O Rosal a La Guardia, algo que hacían una vez a la semana o así.

 “A veces se acercaban a Camposancos, al colegio de los Jesuitas donde mi abuelo tenía varios conocidos. Y allí, mientras mi abuelo charlaba con sus amigos la pequeña Socorro paseaba y se perdía por los enormes claustros, pasillos y jardines que solo unos años antes habían sido campo de concentración y exterminio de prisioneros republicanos. La cárcel llegó a tener hasta 3.500 presos entre hombres y mujeres según refiere el padre jesuita don Evaristo Rivera en sus libros sobre la historia del colegio. Un terrible lugar del horror junto al bonito mar de La Guardia, los Jesuitas de Camposancos. Pero Socorro, una niña entonces, no sabía nada de eso aun. Ella correteaba sin más.”

Todavía hoy un tipo inane (no, no me he confundido, no quise decir enano sino inane como está escrito) el alcalde de Madrid Martínez Almeida, se permite participar como servidor público y representante de tantos ciudadanos en un acto de homenaje a Millán Astray, un probado asesino franquista coruñés, jefe de propaganda de otro enano asesino famoso, el ferrolano.

Volviendo a la historia anterior, claro que mi madre era una niñita y se limitaba a jugar y mi abuelo que era un hombre religioso y conservador como tantas personas no políticas de su época, seguramente saludarían el fin de aquella guerra, fuera como fuera ese fin, con alivio y resignación. Pero creo que ambos, mi abuelo y mi madre, cada uno a su manera sí pasaron página. 

 Los que no pasan página aquí ni ochenta años después son el alcalde de Madrid ni el PP, o bien pasan las páginas hacia atrás limpiando a los verdugos. ¡Qué vergüenza!

El homenaje a Millán Astray es incomprensible. Tengo muchos amigos del PP y son buenas personas. Entonces ¿por qué no se plantan de una vez y dicen que ya basta? ¿Que ellos no son así? ¿Por qué no lo hacen? 

 Me da que no se han leído bien un verso del poema “España en marcha” de Gabriel Celaya: “Españoles con futuro / y españoles que por serlo / aunque encarnan lo pasado / no pueden darlo por bueno.”

Te puede interesar