Opinión

Donald se lleva el balón

Hace tiempo, hablando con unos amigos sobre otro asunto que no tiene nada que ver con este, uno de ellos apuntó: “Ése es como el chaval que se lleva el balón”. Se refería al típico chico que en un partido infantil o juvenil de fútbol cuando le marcan un gol, indignadísimo coge el balón, que según él es suyo, se larga para casa y ¡hala! se acabó el partido. Y todos sus compañeros se quedan en el campo alucinados, con cara de haber visto un ovni. Y sin poder seguir jugando.

Donald (no el pato) es ese chico. Si le votan todo está bien; si no, es que es trampa y alguien le está haciendo una jugarreta sucia. Yo creo que este Donald (no el pato) debió de tener una infancia terrible y por eso me merece la máxima conmiseración y piedad. Supongo que no le dieron mucho cariño de pequeño. Seguro que lo maltrataban en el cole, se burlaban de él, sufría “bullying” en el recreo y las chicas no le hacían caso en el insti. De ahí que con los años haya adquirido la manía incorregible de tocarle el culo a todas las féminas que pilla cerca, siempre y cuando esas féminas tengan treinta años menos que él. Ya digo: una secuela que viene de la enseñanza primaria y secundaria.

No sé si lo recuerdan pero Donald (no el pato) hace unas cuantas semanas animó encarecidamente a los votantes, especialmente a sus seguidores a través de mensajes, tuits, mítines, a que votaran a) por correo anticipadamente; y b) a continuación otra vez presencialmente el día de las elecciones. Es decir, a que votaran dos veces. O sea a que cometieran un delito, porque votar dos veces es un delito aquí y en Alfa Centauro. Semejante barbaridad viniendo del presidente electo de una democracia nos pareció entonces una más de las incontables tonterías y salidas de tiesto de Donald (no el pato) a las que él nos tiene tan acostumbrados. 

Pero no era una tontería. ¡Ah no!, ni mucho menos. Donald (no el pato) a pesar de su apariencia de Pájaro Loco en plan ¡jejereke, jejereke, jejereke, jejerejejejé! no es tonto. Y tampoco está loco. ¡Qué va! Como decía aquella famosa y bonita canción de los Ketama de nuestro pop de los ochenta: “No estamos locos, sabemos lo que queremos”. Donald (no el pato) sabía lo que quería, y lo que iba a hacer ya lo tenía planificado desde antes de que nosotros lo previéramos: impugnar el voto anticipado por correo. Un plan tan tortuoso y malévolo que solo se le podría ocurrir a un malvado tipo Grug, mi Villano Favorito. Por suerte la cosa le ha salido mal.

¿Recuerdan ustedes el verso siguiente de la canción de Ketama después de “no estamos locos, sabemos lo que queremos”? Dice así: “Vive la vida igual que si fuera un sueño”.

Pero este Pájaro Loco no es un sueño, sino una pesadilla. Veremos.

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