Opinión

El Rey y Corinna

Lo mejor de la historia “El rey y Corinna”, buen título para un película de Hollywood, es la frase que le dijo el monarca a la alemana en cierta ocasión: "Mira, soy pobre, solo tengo veinte millones de dólares. Si quieres vivir conmigo tienes que trabajar."

Ya he dicho alguna vez que en la historia de España solo hemos tenido cuatro reyes digamos buenos, por decir algo, Carlos V, Felipe II, Felipe IV (aunque era un randa eso no le quita méritos) y Carlos III. De los demás podríamos haber prescindido y nos hubiera ido mejor. Pero la ventaja de tener reyes es que nos dan mucho que contar. En España tuvimos reyes para dar y tomar. Veamos algunos no muy conocidos aunque no tengo espacio aquí para hablar de tantos como hay. Voy.

Francisco I el Febo (lo llamaban así porque era muy guapo), por ejemplo. Fue rey de Navarra desde 1479 hasta 1483. Murió tocando la flauta y esto no es una metáfora pues le gustaba mucho la música. Tenía solo catorce años el pobre chaval cuando falleció, quizá por una nota mal dada.

Enrique IV el Impotente fue otro muy bueno. Estaba enamorado de su mayordomo Beltrán de la Cueva y tuvo una hija con él, la Beltraneja. Bueno, en realidad la tuvo por subrogación asistida su verdadera esposa, Juana de Portugal. Esta historia es bien conocida por todo el mundo desde la serie de televisión Isabel la Católica, que todos los españoles han visto varias veces.

Alfonso II el Casto. A este tipo le debemos los gallegos el Camino de Santiago. Como siempre estaba ocupado en otras cosas no tuvo hijos. No tenía tiempo para esas tonterías. En el año 813 Alfonso descubrió unas ruinas en Iria Flavia y decidió que eran el sepulcro del apóstol Santiago. Así que a este rey hijo de Fruela I y la reina Nuña tienen mucho que agradecerle Turgalicia, los hosteleros de Santiago y la Xunta.

Alfonso I el Batallador. Se pasaba todo el día peleando, el tío. Era su carácter desde niño. Algunos críos son así. Por eso un buen día se casó con doña Urraca, una señora de línea dura bien conocida en Galicia, pues pasó aquí los últimos años de su vida en un apartamento en Salvaterra do Miño (Pontevedra).

Pero no solo hemos tenido reyes fabulosos. ¡Ah, no! También reinas. Como Isabel II la de los Tristes Destinos, reina desde 1833 hasta 1868. Esta señora se puede describir así: no era guapa, rezaba mucho, le molaban los tíos y la comida, nunca trabajó. Sus platos favoritos eran cocido, arroz con pollo, bacalao con tomate y algún tío bueno. Desayunaba, comía y cenaba siempre lo mismo, una dieta con la que se puso como una foca. Se casó con un tal Francisco de Asís (nada que ver con el santo) y... ¡vaya! se me acaba el artículo, lo siento, otro día seguiré. Ciao, ahora tengo cosas que hacer. Perdonen ustedes.

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