Opinión

Gaby Rufi

Yo creo que nadie en España entiende bien a Gabriel Rufián. Gaby Rufi, Gabirufo o como se quiera llamar a sí mismo ese chico cuando vaya a salir en el “Un, dos, tres”, un programa que ya no existe. Gaby no es lo que pensamos. 

Y digo que nadie lo entiende porque Gaby en realidad no es un político, aunque cobre el sueldo correspondiente a uno. No. Gaby es un humorista. Malo, pero humorista. 

El rifirrafe que tuvo el otro día con Álvarez Cascos en la correspondiente comisión de investigación del Congreso, y con la vicepresidenta de la misma comisión debería habernos revelado a todos por fin que Gaby es un simple humorista. Como Ángel Garó o Chiquito de la Calzada pongamos por caso. Un tipo que aparece por la tele diciendo bobadas que le hacen gracia a alguien, pero no a todo el mundo. O sea, lo que dije, un humorista. Y en mi humilde opinión, malo de solemnidad.

Álvarez Cascos no es un humorista, sino un mentiroso compulsivo y un ladrón. Eso ya lo sabíamos. Pero Gaby es un humorista con todas las de ley. Eso sí, repito, uno horrible. Nada que ver con Gila, Eugenio, Mingote, Tip y Coll, Máximo, Chumy Chúmez, Forges u otros fabulosos que hemos tenido siempre en este país, y algunos que tenemos todavía hoy gracias a Dios como Gallego y Rey, El Roto o Luis Dávila, por citar solo unos ejemplos.

Gaby le guiñó un ojo a la vicepresidenta de la comisión, después de llamarla "palmera" y eso a ella no le gustó nada. Pero preguntémonos, ¿por qué le guiñó un ojo?, ¿quería ligar con ella?, ¿era una contraseña acordada?, ¿fue un tic?, ¿formaba parte de un chiste? Misterio. Nunca lo sabremos. Es lo que pasa con los malos humoristas, que no se los entiende.

Yo nunca entendí al gran Chiquito de la Calzada. No me hacía gracia. La gente se desternillaba a mi alrededor viéndolo y a mí me costaba disimular mi cara de patata. Lo mismo me ocurrió siempre con Faemino y Cansado, por ejemplo. No me sacaron nunca ni una sonrisita. En cambio me parto la taba con Berto Romero. Yo qué sé. Para gustos hay flores y colores, dicen.

Los humoristas son impredecibles, nunca sabes por dónde van a salir. Gabyrufo ese día salió por peteneras, que según la RAE aparte de un canto flamenco es "desviar el discurso con una incongruencia para no pronunciarse sobre una cuestión comprometida". Peteneras, la especialidad del repolludo Gabyrufo, siempre tan guapete con sus preciosas chaquetas y camisas. Claro que tenía enfrente al señor Cascos, otro especialista en peteneras, así que lo tuvo difícil.

Pues así andamos. Tragándonos por la tele programas humorísticos que pagamos con nuestros impuestos y no son humorísticos. Recuerdo un chiste fantástico de Chumy Chúmez, una viñeta que era solo una carta manuscrita con una letra preciosa y decía así.

"Muy señor mío: es usted un cerdo. Suyo afectísimo..."

Y un garabato.

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