Opinión

Humanidades

Hace tiempo leí un magnífico artículo en el diario El País escrito por Adela Cortina, catedrática de ética y filosofía en la Universidad de Valencia. Se titulaba "Fecundidad y utilidad de las Humanidades". En él la autora desmontaba la ignorancia que impregna esa común tesis tan socialmente admitida de que las Humanidades en la enseñanza y en la vida son inútiles y que en realidad solo las Ciencias nos hacen progresar, avanzar y consiguen mejoras para las personas.

Adela Cortina explicaba muy ilustrativamente como los propios defensores de las Humanidades suelen ampararse a menudo, tal vez por un instinto autodefensivo un tanto gremial, en la "utilidad de lo inútil", o en la "belleza de lo inútil". Una postura que, ella lo cuenta con la claridad de un cristal, olvida que no tendríamos lenguajes de programación informáticos si no hubieramos tenido y desarrollado lenguas desde el sánscrito o la Piedra Roseta hasta los idiomas actuales. O no tendríamos matemáticas sin música, añado yo; o no tendríamos invención científica de ningún tipo sin poesía; o no tendríamos en fin, por decirlo de una forma un tanto pedestre, tablets ni pantallas de ordenador si un tipo hace miles de años no se hubiera dedicado a pintar bisontes en las paredes de una cueva de Altamira o caballos en las de Lascaux.

Los ejemplos sobran. La ciencia ficción desde Julio Verne hasta "Star Trek" o "La Guerra de las Galaxias", ha sido el germen de multitud de inventos y avances técnicos que sin aquellas historias aparentemente inútiles no habrían existido nunca. Si Cyrano no hubiera ido a la Luna antes, no hubiera podido hacerlo después Armstrong. Excuso mencionar aquí "Un mundo feliz" de Huxley, "1984" de Orwell, "2001 una odisea del espacio", o por citar algo más de moda "El cuento de la criada" de Margaret Atwood, novelas que nos muestran el futuro para que podamos construirlo o, depende, quizá enfrentarnos a él.

Así que las Humanidades, como concluye la catedrática, contribuyen tal vez más que las Ciencias al PIB, al progreso económico, social, y al desarrollo. Por eso Adela Cortina las califica en el título de su artículo no solo como útiles, sino también como fecundas. Porque enriquecen y dan vida; y también y sobre todo porque dan vida a las Ciencias.

La tendencia cada vez mayor de nuestros gobiernos, instituciones y ministerios implicados en esto a disminuir la importancia de las Humanidades en los planes de enseñanza de las nuevas generaciones en favor de saberes técnicos supuestamente científicos, no es más que ignorancia y una ausencia de visión que roza el delirio. Quizá nuestros políticos y gestores estén ciegos. Las Ciencias son Humanidades y las Humanidades son Ciencias.

Hace tiempo vi una viñeta humorística en internet en la que una maestra se dirige a sus alumnos, una panda de chiquitos, con una pizarra detrás con la palabra "HISTORIA" escrita en letras mayúsculas. Y les dice: "Niños, con está asignatura aprenderéis a no ser engañados como vuestros padres."

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