Opinión

Las cinco ya van a dar

Les confesaré algo personal. Como únicamente me dedico tan solo a escribir en mi casa todo el día y además suelo levantarme bastante temprano, no soy un tipo complicado, de horarios quiero decir. Pero a veces me voy de copas por ahí, claro, por la noche con amigos, y aunque ya no tengo edad para eso que ya no soy un crío, como es lógico puedo acabar a las tantas. Vale. Pocas veces ocurre últimamente, ya digo. No tengo horarios aunque mi perrito Atticus me obliga a tener algunos ahora. Por lo general me acuesto bastante pronto, eso significa antes de la una, y normalmente me levanto entre las siete y nueve de la mañana. Nunca pongo un despertador porque desde niño me despierto sin necesidad de dicho instrumento diabólico. No me hace falta. Nunca me hizo falta el despertador salvo hace años cuando tenía que levantarme a las cinco de la mañana por ejemplo para no perder un avión o cosas así. El despertador siempre me pareció un objeto con poca utilidad y cuando tengo que usarlo suelo despertarme yo espontáneamente a la hora prevista y apagarlo antes de que suene.
Hay una canción que cantaba la gran Joan Baez, que por cierto se ha jubilado hace poco, y ni siquiera sé de quién es la canción original, pero siempre ha sido una de mis favoritas de las de la genial cantante neoyorquina y en uno de sus versos preciosos dice así, cito de memoria: 

"La cinco ya van a dar / las cinco de la mañana / ábreme la puerta mi alma que he ganado una batalla / que he ganado una batalla y herido ya el sol se asoma / te busco en la madrugada / dame tu pecho, paloma."
La canción se titula "Esquinazo del guerrillero" y me ha resultado imposible encontrarla en internet en la versión de Joan Baez, aunque la tengo en un cd en la estantería detrás de mi. Podría ponerla en el equipo ahora mismo. En cambio sí he podido escucharla por sus verdaderos autores que acabo de descubrir y resulta que son chilenos, Fernando Alegría y Rolando Alarcón. Igual de bonita por supuesto, o más, que la que recordaba yo de Joan Baez. Escúchenla ustedes. Dice así: 

"Flor que no se abre a su dueño / se apaga en la madrugada / al filo de un esquinazo / como el lucero en la almohada, paloma / y tú entre mis brazos".
El final de la canción, para que nos entendamos todos y entendamos todos lo que quiero decir, es este: 
"Que viva mi enamorada / cogollito de romero / que reciba en esta alborada / el amor de su guerrillero, paloma / y tú entre mis brazos."
Por suerte, entre la vorágine de tonterías inútiles que tenemos que leer todos los días en los periódicos, en la tele o en internet, aun hay gente que escribe canciones. Benditos sean. Blessed are.

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