Opinión

Los malos son extranjeros

¿Alguien lo duda? No. Aquí "to er mundo es güeno".

Hace días escuché en la tele a una indepe catalana de ochenta años, expresando con vehemencia la idea del título de este artículo: "Los malos son extranjeros". Vamos, que según la señora los ¿infiltrados? de los disturbios en Cataluña no "semos" nosotros, nosotros "semos" pacíficos. 

Para la señora, que los sábados hará canelones para sus nietos, "el extranjero", creo, era todo lo que estaba unos metros más allá del Ampurdán. Por cierto que Espinosa de los Monteros, Santiago Abascal y sus colegas que estos días están contentísimos con sus resultados electorales opinan lo mismo: que los violadores y delincuentes son extranjeros. ¡Qué coincidencia de criterios con la indepe!

Hace años un amigo de un amigo mío de Madrid, uno de esos típicos/atípicos chavales del barrio de Salamanca encorbatado, franquista aunque el franquismo ya no existía, protagonizaba muchas anécdotas curiosas que nos contaba mi amigo. Para que se entienda esta historia llamaré a mi amigo E y a su amigo X. 

Aquel chico, X, que impropiamente para su edad se vestía como un notario y usaba un comportamiento de una dignidad fuera de lugar entre nosotros entonces, nos daba horas de risas porque E, que es muy divertido, nos contaba sus anécdotas muy bien hasta hacer que nos desternilláramos.

Una famosa fue esta. Una noche E estaba con un grupo tomando una copa en una terraza de la Castellana. Era un caluroso agosto. Dos de la madrugada cuando por fin hace fresquito y se puede salir a la calle en el insufrible verano de Madrid. Entonces apareció X.

E: ¡Hola X! Cuánto tiempo sin verte.

X: Sí (con su habitual engolamiento), es que estuve... de vacaciones.

E: ¡Vaya, genial! ¿Y a dónde fuiste?

Entonces X lo miró por encima del hombro con displicencia y le contestó muy serio lentamente, como si aquella respuesta fuera importante y tuviera algún significado oculto.

X: Al extranjero.

La broma en el contexto de unos veinteañeros de los ochenta, es que cualquiera hubiera esperado una respuesta como fui a París, a Londres, a Marruecos, a Tailandia o a Nueva York. Pero no. X había ido, con su aburrida corbata "al extranjero".  

La señora indepe y los de Vox me recuerdan a X. Para algunos "el extranjero" es solo un sitio infame al que se va de visita por curiosidad o por pasar el rato, pero después hay que volver a casa. A la normalidad. A tomar el vermú en Serrano 50 los domingos por la mañana con los de casa. Ya se sabe: los extranjeros no son de fiar.

Confieso que yo he tomado no vermús, que no me gustan, pero sí cañas en Serrano 50 muchos domingos por la mañana a donde mi ex y yo solíamos ir, y a menudo coincidíamos allí con Umbral y su señora María España. ¡Guau! Menudo spleen que podría escribir hoy Umbral, pero no solo de Madrid sino también de Vía Laietana.

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