Opinión

Okupas de la mente

En España lleva tiempo haciendo su agosto todo el año una famosa compañía de seguridad que vende e instala alarmas por todo el territorio nacional. 

Como cualquiera puede deducir la especialidad de dicha compañía es "alarmar" al personal y así le va viento en popa. Y ayudada por ciertos medios de comunicación especialistas en meter miedo a la gente como La Razón, El Mundo, ABC, la Cope, El Español y otros de parecido signo esa compañía mentirosa se dedica a alertarnos a los ciudadanos mediante una intensa campaña publicitaria en radio y tv de que podrían "okupar" nuestra casa sin que nos enteráramos.

Las cifras, que son muy tozudas, nos dicen que en España hay treinta millones de viviendas y de ellas menos de cien mil "okupadas". O sea que estadísticamente es un delito infinitesimalmente inferior a cualquier otro como robo, secuestro, evasión de impuestos, violación, pederastia, trata de humanos, asaltos, terrorismo, tráfico de órganos, asesinato, o el que sea que se nos pueda ocurrir. Eso por no hablar de que los juristas distinguen entre "okupación" y "allanamiento" que son cosas distintas. Pero ese es otro tema.

Por supuesto la "okupación" de una vivienda es una tragedia para los propietarios que a veces se las ven y se las desean para recuperar su propiedad. Y la Justicia que se mueve al paso de una tortuga, en ocasiones no ayuda lo que debería o lo que deberíamos esperar de ella. Igualmente si usted o yo sufrimos un robo probablemente nos cueste mucho, mucho, recuperar lo robado si lo logramos.

Dicho esto, a mi, lo que me interesa es la campaña publicitaria. Como publicitario que fui me he visto muchas veces defendiendo el valor de la publicidad frente a quienes piensan que es un engaño para colocarte un detergente o unas determinadas zapatillas deportivas y hacerte gastar dinero innecesariamente. Y no es así. La publicidad te sirve para elegir el detergente o las zapatillas que prefieras, salvo que quieras vivir en la Unión Soviética de Stalin y en el supermercado solo haya un producto, con suerte o quizás ninguno. Pero la publicidad también y sobre todo, sirve para otras cosas. 

Por ejemplo, la publicidad de la DGT sirve para reducir el número de muertos en las carreteras cada año; la de Médicos sin Fronteras, para que muchos niños tengan vacunas en África; la de instituciones de servicios sociales, para que nos tratemos mejor y nos cuidemos, y así podría seguir o pueden seguir ustedes.

Hace mucho que no trabajo en publicidad pero me gané la vida con ella, honradamente creo, durante años. La publicidad intenta seducir a la audiencia para que compre un producto o participe en algo, igual que intentamos seducir a un amigo al recomendarle insistentemente que vaya a ver una película que nos ha gustado mucho. Pero solo eso. Y cuando lo hacemos exageramos, sí, pero no intentamos engañarlo. 

La publicidad no es mala, es buena. Lo malo son las mentiras.

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