Opinión

El Toro de la Vega revisitado

El año pasado escribí aquí un artículo sobre el Toro de la Vega que, lamentablemente, el pobre animal no pudo leer. Este año el morlaco quizá pueda hacerlo ya que por primera vez en la historia del ¿festejo? estaba prohibido lancearlo y milagrosamente, contra el deseo de muchos de sus vecinos, ha sobrevivido. Eso sí, Pelado, que así se llama, tampoco tendrá mucho tiempo para la lectura, pues morirá en el matadero. La verdad, no sé si capto la diferencia.

Previamente el alcalde de Tordesillas, que cree ser el de Móstoles de 1808 resucitado, declaró: "Han derribado nuestra columna vertebral, la que sustentaba las fiestas, y han conseguido extraernos parte de nuestra idiosincrasia."

El afán del alcalde por conservar el voto de sus vecinos, digamos las cosas claras, es admirable, pero si la idiosincrasia de un pueblo español es torturar a un animal, que Dios nos pille confesados. Ya es hora de cambiar nuestra idiosincrasia. Ya no vivimos en el siglo XVI; ya no aceptamos que los niños estrangulen gorriones; que los cazadores ahorquen perros; o que cualquiera maltrate a un animal solo para divertirse. Y si no es así, a mí que me quiten de español, me acabaré largando a Finlandia y además, cuando lo haga pienso llevarme el sol.

Ya que en aquel artículo de hace un año yo mencionaba el paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares por otros motivos, en este me acogeré a la autoridad de la RAE. Según la RAE, idiosincrasia es el "conjunto de rasgos, temperamento y carácter distintivos de un individuo o de una colectividad." Desde luego que la idiosincrasia de algunos defensores del Toro de la Vega a los que hemos visto por televisión enardecidos, amenazantes y violentos, revela un conjunto de rasgos, temperamento y carácter bastante distintivos, por no calificarlos de otra forma menos piadosa. Se representarán a sí mismos, pero no nos representan a una gran parte de los españoles.

La tauromaquia, aunque no creo que al Toro de la Vega se le pueda llamar tauromaquia, nos ha dado obras majestuosas y hermosísimas en la literatura, en la poesía, en el arte. Pero también nos las han dado, en la pintura por ejemplo, los autos de fe y las torturas o las ejecuciones públicas medievales. Y ya no aceptamos esas cosas. No es que renunciemos al pasado, ni que confundamos a animales con personas, es solo que queremos cambiar ciertas cosas para mejorar. La historia, la buena, se hace así: cambiando.

Federico García Lorca dijo en cierta ocasión que los toros eran la fiesta más culta del mundo. Seguramente tenía razón en su día, pero yo creo que si Federico viviera hoy, le dedicaría al Toro de la Vega y a otros toros parecidos de España versos como los que dedicó una vez a Antoñito el Camborio: "Tres golpes de sangre tuvo / y se murió de perfil. / Viva moneda que nunca / se volverá a repetir."

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