Opinión

Tricky Dick

Tricky Dick", o sea "Dick el tramposo", o "Dick el mentiroso", o "Dick el falso" fue el mote que le puso la prensa y la opinión pública en Estados Unidos a Richard Nixon cuando se descubrió el escándalo Watergate, que obligó a aquel presidente a dimitir. 

El Watergate lo sacó a la luz el Washington Post, los periodistas Bob Woodward y Carl Bernstein, capitaneados y protegidos con mano de hierro por la entonces directora del periódico, Katharine Graham, periodista como ellos. 

Hay unas cuantas películas sobre esa historia como "Todos los hombres del presidente", dirigida por Alan Pakula, con unos casi bisoños Robert Redford y Dustin Hoffman interpretando a los periodistas; o la más reciente "Nixon", de Oliver Stone, protagonizada por un majestuoso Anthony Hopkins que aunque físicamente no se parece a Nixon, literalmente se sale de la pantalla. Eso es un gran actor.

Películas aparte, Katharine Graham escribió una autobiografía que fue premio Pulitzer. Se titula "Una historia personal". Un libro en el que entre otras cosas narra aquel asunto y merece la pena que se vuelva a leer. No sé si aun puede encontrarse una edición en español, supongo que sí. 

Ella era una mujer joven, rica e instruida, de clase alta, a la que le tocó por cuestiones familiares hacerse cargo de la dirección del periódico en un tiempo en que eso, que una mujer dirigiera un periódico y más uno de la categoría del Washington Post, era aun una rareza. Su libro, que leí hace años, lo recuerdo como una maravilla, una de esas historias como las que te cuentan alrededor de un fuego y te tienen atado hasta el final.

Curiosamente fue otra vez el Washington Post, la historia siempre se repite, el que sacó a la luz aquellas conversaciones telefónicas entre Donald (no el pato) y el secretario de Estado y el gobernador de Georgia, conminándolos incluso con bastante violencia y amenazas a que "busquen y encuentren como sea" los casi doce mil votos que Donald (no el pato) necesitaba para justificar su tesis de que había ganado a Biden en ese estado. Una tesis en la que no creía nadie en toda América ni en el resto del planeta salvo Donald (no el pato). 

El "busquen y encuentren como sea" me sonó al revés a una frase famosa que escuchamos aquí hace tiempo de otro presidente, en este caso uno nuestro, supongo que la recuerdan, decía así: "Ni hay pruebas, ni las habrá". Ya digo que la historia siempre se repite.

Mi madre que es aficionada a los refranes dice a veces uno que es este: "Otro vendrá que bueno te hará". 

Richard Nixon, aquel chico de una familia pobre de California, que odiaba a Kennedy porque Kennedy era guapo y rico y lo había tenido todo gratis desde chaval, puede dormir tranquilo en su tumba. Trump no el pato, sino Trump el tramposo, el mentiroso, el falso, lo ha superado con creces.

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