Opinión

¡Viva Carlos III!

Aunos cuantos catalanes la pasada Navidad les tocó un buen pellizco (¿o debiera decir mordisco?) de la Lotería Nacional. La verdad es que les viene tocando la Lotería Nacional y por Nacional se entiende todavía española, todos los años desde hace más de trescientos, antes de que la creara Carlos III en 1763. ¡Vaya! ¿No eran tan antimonárquicos? 

Supongo que entre los premiados de ese 2019 hubo muchos indepes. Seguro. Y también supongo que ninguno de ellos renunció al premio. Lógico. Si España nos roba, por lo menos que nos toque la Lotería, pensarán con razón.

Desde hace tiempo charlando con amigos y conocidos veo que muchos empiezan a aborrecer a los catalanes cada vez más, e incluso los hay que les asquea hasta el acento catalán por la tele o por la radio, cosa que antes no pasaba. Y eso no está bien. El catalán, me refiero a la lengua, es tan bonito, digno de estudio, admiración y aprendizaje como el gallego, el español, el euskera, el ruso o el swahili. Ya he apuntado alguna vez que son los indepes los que están cavando su propia tumba. A conciencia o a inconsciencia, eso aun no está claro. Ya veremos.

Pero no son mis amigos y conocidos los que han creado y alimentado ese sentimiento y animadversión en su interior contra nuestros conciudadanos del noreste peninsular, sino una parte importante de los propios catalanes, los de cierta clase política y también los innumerables imbéciles, hay que llamarlos así, que los siguen como borregos engañados por absurdos sueños o aspiraciones no se sabe de qué. Unos sueños y aspiraciones que, hay que recordarlo constantemente, no son los del 60% de los catalanes.

Que esos políticos estén empeñados en exigir del gobierno de España que les conceda la posibilidad de la independencia, una mesa de negociación igualitaria, un referéndum o lo que sea, resulta tan absurdo como lo del tipo que solicita al episcopado que le confirme por escrito que él es apóstata y que no es católico. Yo no lo entiendo. Si no eres católico y la religión te importa un rábano, entonces ¿por qué le escribes al episcopado? Ridículo.

Cuando yo era chaval los curas nos decían a menudo este argumento falaz: "Los ateos son una demostración de la existencia de Dios porque piensan en él, aunque solo sea para negarlo". Como éramos críos nos lo tragábamos inocentemente. Es parecido a esa otra trampa filosófica "todo lo que digo es mentira". Pero no es así. Ni de lejos. A los ateos no nos importa Dios y no pensamos en él nunca. 

Lo sorprendente es que tantos supuestos republicanos indepes estén tan obsesionados con la monarquía y empeñados en liquidarla. ¿Porqué?, si se independizaran la monarquía ya no iría con ellos. Y ¿porqué sentarse a negociar con alguien en quién no crees?

¡Ah!, pero la Lotería es otra cosa. El premio es el premio y el seny, el seny. ¡Viva Carlos III!

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