Opinión

¿A quién se le ocurrió?

El desplazamiento de miles de policías a la frontera francesa de Irún y de Navarra para el control exhaustivo de la cumbre del G-7 en Biarritz este fin de semana, hace pensar que la idea de celebrar la cita en una localidad fronteriza, en plena operación retorno, no era lo más aconsejable.

Si a eso le sumamos las ganas de obtener notoriedad y reflejo en los medios, de grupos como Bildu, representados por Arnaldo Otegi, o el independentismo catalán, con la presencia de la fugada Marta Rovira, que no podrá ser detenida por falta de una orden de extradición, la contracumbre va a dar muchos titulares.

Una de las medidas estrella de su propaganda tiene como objetivo señalar a las otras "víctimas" del "conflicto": los presos de ETA. Porque de las víctimas reales, los asesinados por la banda terrorista, ni una palabra. Otegi disertará sobre las relaciones de naciones sin Estado y la estrella invitada será el hijo del etarra Josu Ternera.

Y en medio de este carnaval ultranacionalista habrá una representación de Podemos. La misma formación que ha enviado esta semana una propuesta al PSOE de Gobierno de coalición exigiendo una vicepresidencia y tres ministerios. Pero los diputados vascos de la formación de Pablo Iglesias, no ven ninguna contradicción entre ir a protestar contra el G-7, donde Sánchez va como invitado, y querer estar en su Ejecutivo. Curiosa lectura.

La existencia de esta "acampada" en Irún, al margen de la inevitable cooperación con Francia, es la responsable del despliegue policial en la frontera, en este penúltimo fin de semana de agosto, coincidiendo con la operación retorno de los cientos de miles de magrebíes que regresan a centro Europa tras las vacaciones en Marruecos o Argelia. De ahí los permanentes llamamientos a evitar los pasos del País Vasco y Navarra donde se prevén atascos descomunales.

Los abertzales vascos y el independentismo catalán tienen todo el derecho del mundo a utilizar los escenarios que consideren oportunos para poner sordina a sus reivindicaciones, pero llama la atención que la presencia de Donald Trump, que acaba de aprobar la retención indefinida de los niños inmigrantes en EEUU, no sea el objeto de las protestas de Podemos o Izquierda Unida. O que la presencia de Boris Johnson y sus amenazas de un Brexit a las bravas no reciba respuesta de formaciones defensoras de los derechos sociales de los trabajadores europeos en Reino Unido.

Es de imaginar la soberana indiferencia con la que Trump, Macron, Merkel, Trudeau, Johnson y Shinzo Abe escucharán, si es que les llegan, las consignas de las "naciones sin Estado". La representación italiana quedará vacía tras la reciente dimisión del primer ministro Conte. Pero bastante lío interno tienen con frenar a Salvini como para ocuparse de la contracumbre.

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