Opinión

Ahí está la puerta

Por si les quedaba alguna duda a los dirigentes de Ciudadanos sobre los riesgos de la disidencia, Rivera señaló la puerta de salida y dejó entrever que antes del otoño habrá nombres "invitados" a marcharse. Como son liberales, pero ¡ay del que levante la voz!, les invitó, incluso, a formar otro partido. Porque este, evidentemente, es suyo. Arrimadas, sentada en el estrado de los "fieles", componía una sonrisa congelada. Desde que ha llegado a Madrid no gana para sustos. Estas semanas de crisis internas la han obligado, como portavoz, a dar la cara, intentando relativizar la guerra civil que se ha vivido en la sede.

Sin duda, era mucho más fácil subir al estrado en el Parlament de Cataluña y arremeter contra Torra, apoyada por su éxito en las urnas. O explicar los desmanes de los independentistas y frenar iniciativas que rozaban la legalidad vigente. Menos mal que tiene a Villegas pegado a su espalda; su correoso antecesor, que conoce a la perfección las impaciencias de Rivera.

Garicano, en Bruselas, suaviza el tono y se aleja de la política nacional. Su prestigio en el ámbito académico, empresarial y europeo es un valor añadido para unas siglas con pocos nombres de peso, por lo que sería una pérdida irreparable. Por mucho patrimonio que ostente y pese a su larga carrera en los puestos principales de Coca Cola, Marcos de Quinto no le llega a la suela de los zapatos.

Una cosa es el marketing y otra el prestigio internacional. Rivera debe ponderar que, si su objetivo último es instalarse en Moncloa, cosa que parece evidente, necesita contar con un buen equipo. Seguramente, su encono contra Sánchez no le ha impedido tomar nota de lo que sucedió con el primer Consejo de Ministros tras la moción de censura, cuando algunos ministros tuvieron que dimitir casi sin estrenar el cargo.

Tras haber colocado a Pablo Casado en el podio de jefe de la oposición, logrado el milagro de que las voces internas del PP que cuestionaban su liderazgo enmudezcan y haberle "regalado" un poder territorial impensable, no piensa modificar su estrategia. Por cierto, que enternecedor por paternalista, el mensaje del líder del PP sobre la "libertad" de Rivera para votar lo que quiera en la investidura próxima.

Efectivamente, una abstención gratis no tendría sentido, bastantes alcaldías gratis le han regalado al PP, pero nadie le niega una negociación a cara de perro. Porque, incluso para decir no, hay que ir cuando te llama el presidente del Gobierno. Lo contrario es mera chulería.

Una prueba de que la estrategia de seguidismo del PP es perniciosa para las siglas, lo evidencia el que Casado ha conseguido tener prietas las filas y Ciudadanos tenga que señalar la puerta de salida para frenar las voces discordantes.

No sería bueno seguir así, de despedida en despedida, hasta la derrota final.

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