Queridos lectores ¿les gustaría volver la vista atrás y disfrutar con lo que fue en un pasado cercano la visión del futuro, que, sin percatarnos, se ha convertido en absoluta actualidad? ¿Por qué no recordar hoy a Herbert George Wells, uno de los escritores más impresionantes de esa literatura que, desde la ficción, ha marcado el devenir de los tiempos que vivimos? Escritor, filósofo y político inglés, Wells nos dejo, entre otras muchas obras sobre diversos temas, dos joyas que todavía nos impresionan como la primera vez que las leímos: “La guerra de los mundos” y “La máquina del tiempo”.
Es indudable, que la primera deja margen más que suficiente para reflejar los males que nos aquejan si sabemos adentrarnos en la profundidad del mensaje que la impregna. En cuanto a la segunda, sólo basta leer ciertos titulares como el que reza: “Científicos logran hacer retroceder el tiempo usando una computadora cuántica”. Este titular da paso al cuerpo de la noticia cuyo contenido ha sido publicado en la revista Scientific Reports, y por la cual se informa de que cabe la probabilidad de que “un electrón en el espacio interestelar vacío regrese espontáneamente a su pasado reciente”. Sí, ya sé. Hay que ser expertos avanzados en el tema, porque a los que no somos versados en él, solo al tratar de entenderlo, el esfuerzo puede producir un jamacuco que haga que las conexiones mentales del pensante hagan ¡pum! Pero no hay que alarmarse porque ya lo decía quien tanto reflexionaba sobre todo: “Cosas veredes, amigo Sancho, que farán fablar las piedras”.
Cierto que ese logro en la regresión en el tiempo solo ha sido de una fracción de segundo, pero esa fracción es el punto de comienzo de lo que hasta ahora era imposible imaginar, aunque George Wells, y otros grandes de la literatura fantástica lo hicieron, en la creación de mundos futuristas. Mundos asombrosos, unos apetecibles para ser vividos, y otros no tanto, a los que posiblemente vayamos de cabeza. Y me refiero en este caso a ser rehenes de la tecnología, la realidad virtual, y otros ingenios capaces de anular la buena o mala esencia de la comunidad humana. No podemos olvidar a Huxley, Orwell, Bradbury, y Asimov, entre otros visionarios que se adentraron en lo más profundo del horizonte que esperaba silencioso y arcano, y del que aún ignoramos lo que en verdad esconde.
