Opinión

Todo por un asiento

Las carreras por colocarse en un puesto de salida en las listas electorales hace que los cambios de siglas sean habituales estos días. Nadie quiere perder su asiento en el pleno municipal ni el escaño en el parlamento autonómico. Si para ello hay que tragarse todo lo que se ha defendido previamente, no pasa nada; así es la política.

Y en este despiadado sprint por colocarse, no sólo hay el intento de no perder el puesto de trabajo y tener que volver al mercado, con lo difícil que resulta encontrar un curro en estos tiempos, hay también la exposición pública de las venganzas.

Los tiempos preelectorales sirven a las direcciones de los partidos para aleccionar sobre el coste de ser tenue, o no demasiado afín, o no lo suficientemente obediente.

Mientras, los cabezas de lista intentan marcar terreno sacando viejas ofertas del baúl. Por poner un ejemplo: Ada Colau, alcaldesa de Barcelona, saca a relucir su intento de desalojar del puerto de la ciudad Condal a los cruceros para bajar la presión turística. No está nada claro que las urnas la vayan a ratificar en el cargo y no sabe a quién teme más, si al candidato socialista Collboni o al viejo convergente Xavier Trías.

En Madrid, mientras Ayuso puede lograr la mayoría absoluta, Almeida lo tiene más complicado por la debacle de Ciudadanos y la diletancia de su jefa de filas, Begoña Villacís. La huida de la mitad de su grupo municipal, a los que acusa de todo, no es más que la senda que ella misma marcó cuando empezó a coquetear con el PP hasta que Ayuso le cerró la puerta. Lo dicho, aquí nadie quiere perder el sillón.

Pero sigamos con el trasiego: Vox ha fichado para sus listas en Murcia nada menos que a Alberto Garre, el que fuera presidente autonómico con el PP y el único ex dirigente de este partido que no está ni imputado ni investigado. Podemos y Yolanda Díaz (o mejor dicho Pablo Iglesias y la vicepresidenta) siguen en su guerra abierta y la primera consecuencia en las listas de municipales y autonómicas es que la marca Más País, afín a la primera, se queda fuera de cualquier pacto. La desunión de la izquierda deja en el alero el triunfo en alcaldías significativas como Rivas Vaciamadrid o Cádiz.

Precisamente, en Cádiz, la ciudad que el 15M devolvió a manos de la izquierda, con Kichi como alcalde, es donde Podemos ha decidido romper a última hora, por las malas relaciones de los morados con su antes aliada Teresa Rodríguez, pareja de Kichi. Prueba evidente de que las venganzas son también práctica habitual en la elaboración de las listas electorales, aunque ello suponga darse un tiro en el pie.

Y qué decir de Vox, que hace como que no mira la gira por España de su antigua portavoz en el Congreso, Macarena Olona, que va recogiendo a otros “damnificados” que también han abandonado a Abascal. No descarta Olona regresar a la política antes de las generales, mientras la extrema derecha se lame las heridas de la fallida moción de censura de Tamames.

Y todavía no ha empezado la campaña...

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