La leche, algo más de 16.000 ganaderos con problemas de excedentes y bajos precios, en muchos casos por debajo de los costes de producción, han sido durante los últimos doce meses la pesadilla más importante del Ministerio de Agricultura y de la propia Comisión Europea. Desde ambos organismos menos desde las Comunidades Autónomas, se han tratado de dar una salida al problema vía las ayudas directas complementarias para compensar las pérdidas de renta o con medidas para incentivar la demanda en el mercado interior o en la exportación. Bruselas puso sobre la mesa 420 millones como ayudas directas de los que 25 fueron para los ganaderos españoles, a los que Agricultura, en periodo de campaña electoral, añadió otros 20 millones, cifras sumadas a las destinadas a la promoción del consumo. El resultado no ha sido el esperado. Se han eliminado más de 300 explotaciones, ha bajado la producción en España, algo que no sucedía desde hace un año, pero los precios pagados por las industrias siguen a la baja y las previsiones no son más optimistas en cuanto los grupos de distribución siguen teniendo la leche a mínimo descuido, como un producto de oferta. Los ganaderos parece se han resignado a unos precios medios por debajo de los 0,30 euros para la leche considerada por las industrias como excedentaria, y a poco más de 0,20 cuando se trata de leche que no necesitan y que solo compran ”por caridad y no dejarla tirada en el campo”.
Con la leche como el principal problema más visible en los mercados comunitarios y en España, los últimos doce meses no han sido tampoco un camino de rosas para una buena parte de las producciones en el sector agrario con preciso a la baja, en unos casos también por los excedentes reales o, simplemente por las previsiones de cosechas nacional o mundiales, donde ganaderos o agricultores han debido hacer frente a sus crisis solamente con sus propios recursos. Se trata de una situación que ha puesto en evidencia las consecuencias del progresivo desmantelamiento de los mecanismos para la regulación de los mercados, en unos casos totalmente eliminados y en otros, como en los casos de la leche, frutas y hortalizas, con unos instrumentos como los precios mínimos de retirada totalmente insuficientes volumen y en valor.
En el mismo ámbito ganadero, el porcino, con sus más de 70.000 explotaciones, ha sufrido un año como una especie de travesía en el desierto, con precios por debajo del euro que no llegaron a cubrir unos costes de producción en el entorno de 1,12 euros kilo vivo. El veto ruso obligó a la apertura de nuevos mercados pero a precios bajos. Frente a esa crisis, desde el sector no se reclamaron ayudas directas, de las que nunca han disfrutado, sino principalmente mecanismos para una mejor gestión de los mercados y alguna mejora a la hora de solicitar créditos para el funcionamiento de las explotaciones en un tiempo de pérdidas. Las medidas comunitarias de almacenamiento aplicadas a inicios de año a las que se acogieron unas 80.000 toneladas de las que unas 20.000 eran españolas, no dieron los resultados previstos. Han tenido que ser nuevamente los mercados exteriores quienes dieran una salida a la crisis sobre todo con las ventas a los países asiáticos y muy concretamente a China, donde se han pagado unos buenos precios ante sus problemas de abastecimiento. El porcino ha visto por fin la salida del túnel sin una pérdida de producción y con su propio esfuerzo.
El sector de los conejos ha sido otra de las víctimas más importantes de la crisis de los mercados consecuencia de la estrategia de los mataderos y, a la postre de la gran distribución, que ha tomado también a esta carne como uno de sus reclamos. Los ganaderos de conejo, frente a unos costes medios de producción de 1,80 euros kilo, han soportado una campaña con preciso en el entorno de 1,50 euros. Se trata además de una situación que se arrastra ya desde hace varios años y que ha supuesto que el número de granjas haya pasado de más de 7.000 a menos de 5.000.
Desde la Administración, las iniciativas más importantes se han concretado en el desarrollo de la interprofesional y la posibilidad de beneficiarse de las medidas de financiación con bonificaciones a la hora de disponer de los avales públicos.
Producciones como los huevos, también como el porcino o los conejos sin ninguna ayuda o mecanismos de regulación, han estado sometidos a las tensiones en los mercados con ventas por debajo de coste hasta el periodo de comercialización a Estados Unidos para cubrir el hueco dejado por la crisis aviar que supuso la necesidad sacrificar parte de su cabaña y cubrir esa oferta.
En frutas y hortalizas, los efectos de la climatología con un otoño-invierno de elevadas temperaturas provoco un adelanto en el desarrollo de las plantas, lo que se reflejó en una fuerte concentración de la producción con los excedentes inundando los campos y la necesidad imperiosa de destinar parte de los mismos para alimentación animal. Los precios mínimos para las entregas a la intervención no han sido suficientes para eliminar excedentes, ni tampoco para compensar los costes de producción de un sector estratégico en el campo español desde su participan en la Producción Final Agraria y su peso en el empleo en el medio rural.
En el aceite tras años se crisis por las buenas cosechas, en el último ejercicio se produjo una recuperación de los precios que han vuelto a una situación de estabilidad a la baja ante la mejorar de las previsiones de cosecha para la próxima campaña y la consolidación de la campaña anterior con 1,4 millones de toneladas.
En el sector vitivinícola, con una campaña de 42 millones de hectolitros de los que más de 37 correspondieron al vino, frente a una demanda interior de solo unos 10 millones de hectolitros, las exportaciones baratas han seguido marcando las ventas y con ello los precios a la baja en el mercado interior para vino y para la uva en otro mercado prácticamente sin mecanismos de regulación
En el caso de los cereales, nos hallamos a las puertas de una campaña que sobre el papel se presenta muy buena en volumen a falta de que la climatología acompañe en la próximas semanas en las zonas centro y norte. Un dato positivo si se compara con las previsiones totalmente negras que había en sementera consecuencia de la falta de lluvias. Eliminados prácticamente los mecanismos de intervención para regular los mercados, los preciso en el sector se hallan sometidos principalmente a las oscilaciones diarias sobre las previsiones de cosecha en el mundo donde las cotizaciones pueden cambiar de signo de un día para otro por los efectos de las lluvias que impiden recoger la cosecha de soja en Argentina, la sequía brasileña y sus efectos sobre la falta de maíz en la Unión Europea, aunque haya unas elevadas previsiones de cosecha mundial. Los precios en el campo mejoraron posiciones en los últimos meses y, de cara al futuro, se temen más oscilaciones.
Pero, al margen de los efectos de los mercados mundiales, no se puede dejar a un lado que, quien tiene el cereal es el agricultor y que dispone de armas para defender las cotizaciones por diferentes vías: no vendiendo toda la cosecha de golpe desde la era, bajo un contrato obligatorio, no entregando sin precio y apostando por la comercialización a través de sus entidades cooperativas.