Opinión

Los datos del sector agrario

Probablemente en uno de los últimos comunicados del Ministerio de Agricultura en la actual  legislatura teórica, el departamento de Atocha se descolgaba recientemente con una valoración sobre la actual situación de sector en una especie de balance de 2016 y, en conjunto, de la legislatura anterior. Agricultura, tomando solamente datos, en unos casos parciales, y en otros, haciendo una clara selección y una interpretación particular de los mismos, sin analizar la realidad global del campo, venía a señalar que en ese periodo el sector agrario había logrado la máxima expresión en la renta de los activos, en las ayudas, en el número de ocupados y el mejor balance en las exportaciones de toda la historia.

Según se detalla en su “Análisis y prospectivas, serie indicadores”, la renta por Unidad de Trabajo Año en 2015 se incrementó en un 3,4%; el número de ocupados en el sector agrario experimentó un crecimiento interanual del 8,4% en el primer trimestre y el 2,7% en el segundo; el saldo en el comercio exterior agroalimentario arrojó un saldo positivo de 9.700 millones en el año móvil de abril de 2015 a marzo de 2016;  ha crecido la dimensión económica de las explotaciones en un 8% entre 2009 y 2013 y también en superficie; los precios agrarios percibidos subieron un 6,3%  y los precios pagados descendieron el 1,5%;  bajó el endeudamiento agrario, la tasa de morosidad es muy inferior al resto de las actividades económicas y para colmo, se ha producido una gran cosecha cerealista y se espera otra muy buena en vino...O sea, un paraíso por descubrir.
Con todos estos datos por delante, lo sorprendente es que haya que cazar a lazo a esos pocos más de 10.000  jóvenes que se incorporan oficialmente cada año a la actividad agraria, de los que,  la mayor parte ya se hallaban en la explotación familiar y que no haya colas en todos esos pequeños pueblos rurales con casas y naves abandonadas para utilizar a precios de saldo.

Sorprende que a finales de esta pseudo legislatura, Agricultura haya concentrado en tan pocas  líneas un balance tan triunfalista, sin matices, fuera de contexto, que dan idea de  un sector agrario de otro planeta y que suponen a la postre una manipulación de la realidad.

No se puede hablar en esos términos en materia de renta agraria,  cuando la cifra global de 2015 es inferior a la de 2010 en moneda corriente y solamente se hable de rentas en términos de UTAs  o activos teóricos. No se puede hablar de más ocupados para dar idea de que el campo va a más,  cuando en realidad no hay recambio para los jubilados y crecen los activos con edades superiores a los 65 años por falta de relevo generacional. Es una provocación hablar de subida de los precios en origen cuando el sector no sale de una crisis y ya anda metido en otra en los ámbitos agrícolas y ganaderos; con la continuidad en los desequilibrios existentes en la cadena alimentaria. No se puede hablar de reducción de los precios pagados por  el sector agrario mirando solamente al gasóleo, dejando a un lado la electricidad en los riegos y los propios abonos procedentes del petróleo, cuando los gastos en los medios de producción han pasado en poco más de una década de suponer un 30% del valor de la producción final agraria al 50%; hablar superficialmente del aumento del tamaño y de la productividad de las explotaciones agrarias según Estadística, cuando todo el mundo sabe que una cosa es la estadística y otra la realidad del cultivo, la dimensión de las tierras labradas y, en definitiva, no se puede ocultar el aumento de esa brecha existente entre rentas medias nacionales y renta agraria, por no ahondar en la brecha  de los servicios entre medio rural y urbano.

Recuerdo al Ministerio

Que Agricultura estaba hablando de un inexistente sector se lo recordaba Unión de Uniones tomando simplemente como referencia datos del Comité Económico y Social para quien la renta agraria de 2003 a 2015 habría caído en un 16% en moneda corriente, los costes de producción se habrían incrementado en un 46%, los precios de los piensos, quitando la salvedad de la rebaja de las cotizaciones de esta campaña,  habrían subido un 60%, los precios de los abonos, a pesar en este caso de la rebaja actual de los precios gas y del petróleo se incrementaron un 62% y los de la energía casi un 70%, muy especialmente por el trato que recibe el sector en tarifas de luz para los riegos ante el poder de las eléctricas ante todas las Administraciones.

El actual equipo del Ministerio de Agricultura tiene en su haber algunos e importantes logros como la aprobación y aplicación de la Ley de la Cadena Alimentaria, aunque no llegue a atajar las ventas a pérdidas por falta de competencias; sus intentos de acuerdos y pactos con  industriales y la distribución para defender precios e imagen de los productos agrarios, pactos que  firman  y luego se aferran a los incumplimientos; actuaciones para reforzar la organización desde abajo con la Ley de Integración Asociativa o  el respaldo a las interprofesionales y organizaciones de productores; unos buenos resultados en Bruselas en forma de ayudas directas en la nueva reforma de la PAC hasta 2020, aunque en su aplicación se optara por la defensa de una excesiva estabilidad en su distribución, beneficiando más a unos, a los de siempre, y dejando a otros sectores marginados, todo ello con el consenso de las Comunidades Autónomas, a cuyos responsables solo les importa no perder un euro, aunque  el vecino siga marginado. A este equipo se le debe reconocer su entrega al trabajo desde el conocimiento, la profesionalidad, el diálogo y buena voluntad, aunque se podría ir sin haber podido meter mano a un viejo y grave problema del sector como es la reducción de costes de producción, lograr mayor eficiencia productiva a partir de un cambio en las estructuras y políticas de  información y asesoramiento a los agricultores y ganaderos

Responsables de Agricultura consideran que el comportamiento de los precios está muy determinado por la evolución de unos mercados globalizados y de las muchas presiones. A ese nivel es algo en lo que no puede actuar una determinada Administración nacional. Los precios los marcan otros. Sin embargo, contra ese escenario es posible actuar y reducir su impacto con el desarrollo de otros instrumentos para lograr una mejora de los resultados netos  de las explotaciones, no suficientemente utilizados. El sector se enfrenta al práctico desmantelamiento de los mecanismos comunitarios para regular los mercados, no existencia de planes y medidas concretas para   una reducción de los costes de producción y a una gran distribución empeñada en tirar por tierra los precios de los productos agrarios sin manipular o industrializados. Hay trabajo para el equipo de la nueva legislatura, razones para reconocer pasos adelante son triunfalismos y otras para destacar el camino a recorrer.n

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