Opinión

Más endeudamiento y menos morosidad

El campo ha tenido fama históricamente de ser un sector poco amigo de endeudarse y de pagar al contado, de ser además un pagador que cumple con sus compromisos y, también, de ser ahorrador, algo que le viene marcado por los riesgos e imprevistos que conlleva la propia actividad agraria al raso del cielo y de los mercados, a pesar de las políticas de seguros, siempre expuesta a riesgos a los que nunca llegan las coberturas.

Esta ha sido la imagen tradicional del sector agrario, una imagen que no ha desaparecido, sobre todo en lo que afecta a la necesidad de ahorrar en los años de bonanza para hacer frente a las malas cosechas, al hundimiento de los mercados actualmente sin los mecanismos adecuados para una mejor regulación de los mismos. Sin embargo, esta imagen, a medida que se ha ido produciendo el relevo generacional y los procesos de modernización de la actividad agraria necesitados de elevadas inversiones para estar al día en las nuevas tecnologías, se ha ido transformando progresivamente hasta desembocar en un sector agrario donde el endeudamiento, en porcentaje, es similar al que existe en los demás sectores de la actividad económica, también con los mismos intereses. Hay todavía una ligera diferencia. Frente a lo que sucede en otros sectores, el porcentaje de créditos de dudoso cobro, léase con riesgo de impagados, es casi la mitad que el índice general de la economía y una tercera parte de la construcción o la actividad inmobiliaria. El sector agrario, aunque no corren buenos tiempos, con una renta real bajando año tras año, se mantiene en líneas generales como un pagador cabal.

Según los datos oficiales manejados por el Ministerio de Agricultura, en la actualidad el endeudamiento del sector agrario, en términos de porcentaje, en relación con el volumen económico de la actividad, es similar al que existe en otros sectores económicos en el conjunto de la economía. En los momentos de la mayor expansión de la economía, los créditos solicitados por el sector agrario fueron más reducidos que los demandados por el conjunto de la actividad económica de todo el país. Esta circunstancia tenía se razón en que la actividad agraria dispone de una mayor estabilidad frente a los crecimiento acelerados que se produjeron en otros sectores como el de la construcción y todo el inmobiliario. Esta es la razón por la que el nuevo escenario que se produjo desde 2008 con la llegada de la crisis y la reducción de la oferta de crédito esté afectando mucho menos al sector agrario, que sigue en su línea de estabilidad. Los datos elaborados por Agricultura hablan de una reducción del crédito entre 2008 y 2016 del 25,9% en el sector agrario, mientras para el conjunto de la actividad económica ese recorte es del 38,9%. El crédito en el sector agrario tuvo la cifras record en el año 2008 con un volumen de 23.9036 millones de euros. A partir de esa fecha, el mismo se ha ido reduciendo progresivamente hasta la cifra más baja registrada en 2014 con un volumen de 15.998 millones de euros. Desde esa fecha, la tónica ha sido una lenta recuperación de los niveles de endeudamiento año tras año hasta situarse en el segundo trimestre de este año en 17.775 millones de euros. La industria alimentaria se mantuvo en una posición neutral manteniendo prácticamente su nivel de endeudamiento en los últimos años con un volumen ligeramente inferior a los 20.000 millones de euros.

En el caso del sector agrario, el actual nivel de endeudamiento supone el 80,4% de la renta agraria a la baja que ha pasado de más de 23.000 euros en moneda corriente en 2013 a los 211.808 millones de euros en 2014 y los 22.063 de 2015.

En medios oficiales, este aumento de los créditos y el endeudamiento del sector agrarios se valora de forma muy favorable porque se interpreta como una respuesta positiva y como una apuesta por la actividad agraria, muy importante, sobre todo para la compra de nuevas tecnologías desde maquinaria agrícola, a los procesos de trabajo en la tierra, abonos, semilla o laboreo, etc. Sin embargo, en relación con esa interpretación positiva, desde el sector se entiende que, a menudo, los créditos no eran para invertir en I+D y en nuevas tecnologías, sino que se solicitaron simplemente para tapar los agujeros provocados por la falta de rentabilidad que en los últimos tiempos están provocando producciones importantes como cereales, leches o algunos ganaderos como porcino o conejos.

Agricultura analiza igualmente los créditos de dudoso cobro o los también considerados como morosos en potencia. En este caso, los datos sobre el sector agrario marcan también una diferencia sobre el resto de las actividades de la económica. Los datos históricos son irrepetibles cuando el porcentaje de morosos en 2006 ascendía solamente al 1% de los créditos vivos. Este porcentaje fue subiendo año tras años hasta llegar a su cota más alta en 2014 con más del 12% para iniciar una reducción hasta el 9,12% actual, frente al 9,5% del ejercicio anterior.

Para el conjunto de las actividades económicas, la tasa de créditos de dudoso cobro llegó a superar el 19% en 20014 para situarse en el segundo semestre de este año en el 13,9%. En el caso de sectores más expuestos a la crisis como los de la construcción y el inmobiliario, las tasas de créditos de dudoso cobro ascienden al 29,6% y al 26,9%respectivamente. No obstante los porcentajes de la construcción y del sector inmobiliario, si en la economía general no se computan los mismos, la tasa general de créditos de dudoso cobre en el conjunto de la economía estaría ligeramente por debajo de la existente en el sector agrario. Ello supone que, también en morosidad, el sector agrario ha dejado de ser un sector muy diferente del resto, si se exceptúan la construcción y el negocio inmobiliario.

Agricultores y ganaderos, igual que en el pasado, mantienen sus críticas sobre la política de créditos y el sistema de avales por la aplicación de unas exigencias, en muchos casos imposibles para sus economías, lo que sería una razón más para frenar las peticiones de nuevos créditos y elevar así el endeudamiento agrario. Aunque no hay datos oficiales ni oficiosos sobre el destino de los créditos, en medios financieros se estima que el grueso corresponde a compras de maquinaria y otros medios de producción, para mejora de las explotaciones y a créditos de campaña.

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