Opinión

Moneda de cambio

No es ninguna novedad que, en las dilatadas negociaciones para la firma del acuerdo comercial con Estados Unidos no se estén teniendo en cuenta  los intereses de los diferentes subsectores ganaderos, como denuncian ahora todas las organizaciones ganaderas. La ubicación de los intereses del sector agrario comunitario en el furgón de cola ha constituido una práctica habitual en la mayor parte de  las negociaciones de los acuerdos  con grandes bloques (Pacto Andino, Mercosur, Marruecos, Sudáfrica, etc), donde el objetivo más importante de esos países es abrir las puertas de los mercados comunitarios a los productos con los que ellos pueden competir, los agrícolas por sus menores costes, abriendo a su vez las puertas de sus mercados a los productos industriales de la Unión Europea.


Frente a esta disposición de las autoridades de Bruselas a la apertura de sus fronteras a los productos agrarios de terceros países para favorecer su desarrollo vía contingentes y bajos precios que hunden los mercados comunitarios, esos países no ponen trabas a la importación de tecnología y productos industriales. Por el contrario,  han levantado  barreras ficticias en frontera, al margen delas  reglas de juego internacionales de comercio para evitar la entrada de productos como aceite de oliva, frutas  y hortalizas o  carnes y elaborados cárnicos en medio de la indiferencia de la Bruselas.


 En otras palabras, el sector agrario ha sido tradicionalmente moneda de cambio para otros intereses comerciales de la economía comunitaria y, sobre todo, de los que tienen un mayor peso como Alemania o Francia. Con Estados Unidos no sería una excepción, aunque dada la dimensión del mismo, su impacto podría ser más grave que los acuerdos suscritos hasta la fecha.

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