Opinión

Porcino, un sector líder

El porcino es una de las actividades claves en el conjunto del sector agrario por una conjugación de diferentes factores que han convertido a España en el primer país productor comunitario, el tercero del mundo y el cuarto exportador mundial solamente por detrás de Alemania, Estados Unidos y Dinamarca.

Desde la perspectiva de la producción, 2016 batió nuevamente su record llegando a los cuatro millones de toneladas frente a los 2,3 millones del año 2000, por un valor superior a los 6.000 millones de euros que suponen el 37% de la producción final ganadera y el 13% de la producción final agraria. La facturación de la industria en carne fresca ascendió en el mismo periodo a 7.500 millones de euros a los que se suman otros 5.500 millones de productos elaborados. Las exportaciones han superado por primera vez los 2.000 millones de toneladas por valor de 4.503 millones de euros que le convierten en el tercer sector por el valor de sus ventas en el exterior, solo por detrás de frutas y hortalizas, según los datos manejados por la interprofesional Interproc. 

Por otra parte, aunque existe una cierta disparidad en este sentido por razones medioambientales, no hay dudas de que el porcino supone un factor clave para el sostenimiento del medio rural con unas 86.000 explotaciones que proporcionan empleo directo a 81.000 personas manteniendo la actividad de unos 600 mataderos, 2.500 salas de despiece, 4.600 industrias de elaboración y de transformación en una gran parte ubicadas en territorio rural o semi urbano.

Todos estos datos ponen de manifiesto que nos encontramos ante un modelo, por el momento de éxito, basado en políticas de integración a partir de fábricas de piensos o industrias y donde también existe un hueco importante para los ganaderos independientes. Se trata de un sistema que no ha librado al sector de problemas ante una situación de crisis como la pasada en los últimos tiempos, pero que la misma ha sido inferior a la vivida en otros países comunitarios tradicionalmente referencia en el porcino. Todo ello además, desde una actividad fuera de las ayudas directas de la PAC y sin ayudas excepcionales para superar periodos de crisis frente a los 60 millones recibidos por el sector de la leche de vaca.

Históricamente, el porcino fue una actividad ligada al minifundismo ganadero en un porcentaje muy importante como actividad secundaria o complementaria de la actividad agrícola, lo que llevó al sector a contar con más de 200.000 explotaciones. Por las circunstancias de los mercados y la propia evolución de la población en el medio rural, jubilaciones y falta de relevo generacional, ese modelo se fue sustituyendo por el sistema de integración a través de los grandes grupos de piensos o industrias, donde el ganadero percibe unos ingresos por su trabajo e instalaciones. Actualmente, del conjunto de la actividad productora del porcino de capa blanca según los datos manejados por Anprogapor, aproximadamente un 62% del censo de más de 26 millones de animales, funcionan por el sistema de integración, un 17% bajo fórmulas de cooperativas y otro 20% como ganaderos independientes. Frente al modelo del pasado minifundista donde las explotaciones no pasaban de varios cientos de animales en el mejor de los casos, en la actualidad las granjas están ya en otra división en modelos de varios miles de madres, 2.000 o 3.000. Desde la organización sectorial se rechaza que este modelo haya barrido a la explotación familiar y se argumenta que el sistema actual tras una reordenación de sus estructuras, supone a la postre mantener la actividad familiar en las explotaciones generando rentas y posibilidades de vida en ese medio, sin asumir los riesgos empresariales.

El modelo español que está permitiendo al sector operar con éxito en todos los mercados comunitarios y en terceros países, ha supuesto para España en los últimos tiempos de crisis aumentar la producción de carne en origen con un mayor número de animales en las granjas ya existentes así como con la construcción de nuevas explotaciones de gran tamaño.

Con carácter general, ante una situación de crisis, lo más habitual en los sectores, sobre todo en los ganaderos, es reducir la oferta para elevar las cotizaciones. En el caso del porcino, el sector español no solamente no redujo la oferta, sino que aumentó la misma hasta lograr un nuevo record de los cuatro millones de toneladas en 2016. También hizo una apuesta por la exportación, lo que le ha permitido producir más y mejorar los precios.

Miguel Angel Higuera, responsable de la sectorial Anprogapor, entiende que de cara al futuro hay que seguir trabajando para que los éxitos logrados en el pasado se puedan continuar en el futuro. Y, para ello, además de seguir trabajando en la línea actual, considera que es preciso seguir mejorado la calidad y, sobre todo, en la elaboración, presentación y comercialización de productos más específicos para cada uno de los mercados. Desde la organización sectorial se entiende que el sector cumple con las exigencias referidas al medio ambiente centradas básicamente en los vertidos de purines o en la transformación de los mismos.

China, por calidad y precios, se ha convertido en el principal país comprador de productos de porcino con 420.000 toneladas por valor de 665 millones de euros en 2016, frente a las 209.000 toneladas del año anterior por valor de 327 millones de euros. Pero el sector no puede olvidar la gran importancia de los mercados comunitarios que todavía suponen el grueso de las exportaciones en volumen y con mejores precios, donde destaca Francia con 318.000 toneladas por valor de 759 millones de euros. Junto a Francia, donde los ganaderos protestan contra las exportaciones españolas más competitivas, son igualmente importantes los mercados de Italia y Portugal y, en menor medida Reino Unido o Alemania. Un dato importante es el aumento de las exportaciones de carne que suponen el 79% de las ventas en valor, mientras todos los productos elaborados significan el 19%.El sector trabaja ya en reforzar su presencia en otros mercados como Vietnam, Japón y Corea en Asia y de México o Colombia en América.
Los datos manejados por el sector ponen en evidencia que se trata de una actividad con una rentabilidad media, más allá de crisis coyunturales. Para los mayores defensores del modelo de integración, por el momento el mismo está funcionando mejor que los instalados en otros países comunitarios y la distribución de los resultados entre integradores e integrados sería correcta. Los integradores ganan más cuando van bien los mercados y menos o nada cuando están en crisis, oscilaciones que afectan menos a la renta de los ganaderos integrados.

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