Opinión

Canciones malignas

El otro día circuló rápidamente una noticia que levantó verdaderas ampollas entre gente –digámoslo así- normal; sé que definir hoy en día la normalidad es una tarea ardua e inútil, pues los parámetros y estándares cambian tan rápidamente, que lo que pudiere parecer estrafalario pasa por innovador y aquello que se tenía por corriente y adecuado se desprecia al instante por trasnochado. Así que, para entendernos, digamos que es normal quien no ha perdido el sentido del ridículo y aún conserva el Norte en su decir o hacer, y no se pasa de frenada en eso de la mal llamada modernidad. La noticia, tal como se dio a conocer, era que el Gobierno navarro, a través de un programa educativo a desarrollar en sus escuelas entre alumnos de 12 a 16 años, censuraba determinadas canciones por sexistas o porque promovían la violencia de género. En esa lista negra se incluían, entre otros, el tema Sin ti no soy nada, de Amaral, Contigo, de Dani Martín, o Tenía tanto que darte, de Nena Daconte. 

Tal fue el escándalo que la noticia fue al instante matizada por el Gobierno foral de Navarra, que se apresuró a decir que no, que ellos no habían censurado nada como tal, sino que tan solo se trataba de un programa o actividad docente en la que se elaboraban unas listas de canciones, dividiéndolas entre las que -siempre a su juicio- promovían el sexismo y la violencia de género, y las que la denuncian. En la primera categoría (promotoras de sexismo) efectivamente se incluían los tres temas a los que antes me referí. Tiene razón el gobierno foral al decir que ellos no censuran nada, pues se me escapa el modo en que nadie pueda prohibir hoy a un adolescente escuchar alguna de aquellas canciones; pero este macartismo light, y la mera existencia de esas listas “negras” y de una autoridad pública (en este caso el Departamento de Educación navarro) que se arrogue la supremacía moral para decidir qué música deberían o no escuchar nuestros jóvenes me chirría profundamente. ¿No estamos ante una forma sutil de coartar la libertad individual precisamente ahora, cuando muchos grupos (y así lo hacen los que sostienen al gobierno navarro, y así también lo cree este menda) abogan por la despenalización de toda manifestación artística o cultural, aun cuando pudiera considerarse una ofensa a la autoridad política (la Corona, por ej.) o religiosa (digamos la Iglesia Católica); ¿quién eres tú, moderno censor, para decirle a mi hijo que la lectura de los versos que rezan Mi alma, mi cuerpo, mi voz, no sirven de nada/Qué no daría yo por tener tu mirada/Por ser como siempre los dos/Mientras todo cambia (Amaral, Sin ti no soy nada) pueden hacer de él un machista, o que si algún día rasga la guitarra y le canta a su pareja a solas Sólo quiero soñar contigo/Sólo voy a cantar contigo/Lo voy a hacer todo contigo/Ya ves, sé lo que me digo (Dani Martín, Contigo), en realidad la está incitando a la anulación como persona? 

La verdad es que desde hace tiempo en algún tema meamos fuera del tiesto; como máximos responsables de la educación de los hijos tenemos la grave obligación de inculcarles la igualdad de sexos y la repulsa absoluta de toda forma de violencia machista o sexismo; pero no me digan que les proscriba aquellos versos. Hay tanta belleza en ellos, y sin embargo mentes supremas ven en ellos al maligno. ¿Será también nocivo para estas mentes preclaras escuchar La Bohème de Puccini, pues la modista Mimi cae enamorada ante Rodolfo, que la quiere dejar por ser demasiado coqueta? ¿Y La Traviata? ¿Será la cortesana Violeta una mala influencia por haber hechizado al joven noble Alfredo? A este paso, por muy raro que les parezca, no den nada por imposible.

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