Opinión

Quieren pero no pueden

Los resultados de un estudio sobre la fecundidad en España elaborado por el Instituto Nacional de Estadística (INE) a partir de la encuesta realizada a 17.037 personas (14.446 mujeres y 2.591 hombres), de edades comprendidas entre 18 y 55 años, arroja luz sobre las causas (al menos las más significativas) de que la media de niños tenidos por cada mujer en edad fértil sea en España de 1,3, y de que nuestra tasa de natalidad sea de 8,4 nacidos por cada mil habitantes. Cifras inviables para garantizar el relevo generacional en nuestro país. La decisión de traer un niño al mundo es (y lo ha de ser siempre) una decisión absolutamente libre. Hubo tiempos en cambio en que esto no era así, y las mujeres nacían con un sino marcado en su sangre y en su útero: la que no consagraba su vida a Dios la había de consagrar a su amado esposo, a quien debía satisfacerle siempre sus deseos sexuales -mandato divino- y darle todos los hijos que el Todopoderoso quisiere. Y por supuesto el cuidado de ellos recaía en exclusiva sobre la madre, sobre quién si no. 

Avanzando en el tiempo llegamos a los años sesenta (época del “baby boom” en España) y años setenta. Por esa época nacimos lo que ahora tenemos entre 45 y 55 años. Lo común por entonces era que las mujeres tuvieran tres o más hijos (todos mis amigos de la infancia tenían al menos dos hermanos); la tasa de natalidad en 1960 fue del 21,7‰, y el número medio de hijos por mujer fue de 2,86. ¿Eran las mujeres de los años sesenta más partidarias de tener familia numerosa que lo que son ahora? Aunque pudiera parecer que sí, lo cierto es que -siempre siguiendo la encuesta del INE- en las últimos décadas las preferencias acerca del número de hijos no han variado: si hoy las mujeres de entre 18 y 55 años desean tener dos hijos, hace cuarenta o cincuenta años también querían lo mismo, pero la falta de planificación familiar por aquel entonces, determinados tabúes sobre el uso de anticonceptivos o el propio desconocimiento de estos últimos abocaban a tener más descendencia. Ahora en cambio, qué curioso, tener dos hijos sigue siendo la opción ideal de las parejas, por ello esa tasa bajísima  de fecundidad (1,3 hijos por mujer) no obedece -al menos no es ésta la causa principal- a que se tenga mayor poder de decisión sobre si quieren, cómo quieren o cuándo quieren ser padres, sino que enraíza en motivos esencialmente económicos.

Tener en la actualidad más de un hijo es para muchas parejas un deseo inalcanzable dada su situación laboral y la ausencia de estabilidad económica para el futuro. Ello hace que desistan muchas veces de la idea del segundo hijo por saberse incapaces de afrontar el coste de su manutención y formación durante al menos 25 años (eso siendo muy optimistas). La cuentas no salen, pese a que hoy muchísimos hogares son claros ejemplos de cómo se ha de rentabilizar cada euro que entra para satisfacer las necesidades básicas de sus miembros. Y a veces ni eso es suficiente.

Por eso la encuesta del INE viene a desmontar esa perorata que habla de que, si hoy no nacen más niños, es porque se ha abandonado el modelo de familia tradicional, o porque la mujer solo piensa en ser económicamente independiente trabajando fuera de cada, o porque las parejas de hoy en día son egoístas y no  quieren complicarse la vida. Discurso rancio que se vuelve a escuchar desde atriles y púlpitos. No, la verdad es que son esas otras causas (precariedad laboral, falta de conciliación laboral y familiar, ausencia de plena corresponsabilidad paterna en las tareas del hogar, falta de acceso a escuelas infantiles asequibles económicamente) las que hacen que no se tengan más hijos. Para muchas parejas no es porque no se quiera. Es porque no se puede. 

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