Opinión

Elena Malleira, pintura y collages

Sugestivas formas humanas recostadas, acostadas panza abajo, de espaldas o de pie como si llevaran una pesada carga, cuerpos de hombres y también mujeres realizados directamente con color por Elena Malleira. Utiliza la artista orensana óleo y acrílico, superponiéndolo en capas asimétricas y fragmentarias, con efecto goteo para generar los surcos irregulares con los que dibujar los volúmenes desnudos de los torsos. Este proceder le ha permitido, desde comienzos de la década anterior, desarrollar un repertorio colorista con variaciones, torsos que son paisajes queridos, relieves de progenie escultórica que destacan desde los fondos de bandas cromáticas que los aíslan. Es la praxis conocida, de fino y realista trazo, tan efectista siempre, de Elena Iglesias Rodríguez (1970), profesora de Deseño gráfico en la EASD Pablo Picasso de la ciudad herculina (Escola de Arte e Superior Deseño). Aquí, en A Coruña reside y trabaja, habiendo expuesto en el Meliá María Pita en 2005, en la casa del Concello de Oleiros con Enrique Tenreiro, escultor, y estos días de mayo en la Galería Bazaart, con Diana Aitchinson, E. A. Valdés, Fernando Groeiro y el propio Juan Miranda, quien acaba de abrirla en el corazón de su histórico y monumental casco urbano. Licenciada en Bellas Artes por Salamanca a comienzos de los noventa, trabajó en Porcelanas Galos desde 1995, consiguiendo en paralelo plaza docente en la EASD de Ourense. Ella es para el arte Elenamalleira, recuperando el nombre de su padre que con su madre tuvieron una librería en la calle Bedoya, cuyo escaparate ha sido, en la empinada calle, una referencia de buen gusto por lo vistoso de la disposición ornamental del espacio de los libros.Elena Malleira

Vuelve Elena a las exposiciones individuales, tras haberse centrado en las cotidianas urgencias y prisas diarias de trabajo y familia, componentes usuales de la vida obviados en demasía en el devenir de las aventuras creativas. Lo hace regresando a su tierra de Ourense, de la que nunca se ha marchado del todo, para exponer en el lugar donde comenzó en 1993, el Liceo, espacio conocido, y querido. En su extraordinario marco expositivo, sin par en la ciudad, abierto a las cuatro paredes del sobreclaustro noble, muestra sus nuevas creaciones, que denomina collages, aunque son mucho más. Desde su pequeño formato, late un espíritu donde la construcción, elaborada con lápiz y acuarela, mostrando un dibujo sugerente y expresivo de la masa corpórea masculina. Son composiciones apolíneas en las que añade manos y rostros, distintas, con sutiles modulaciones figurativas, en capas y superposiciones, dibujo y papel, fragmentos de libreta y cartón, catorce variaciones constructivo-deconstructivas. El color en flou ayuda con sus blandas aplicaciones a la animación de la estructura, consiguiendo desde la simbiosis un contraste en ocasiones afortunado. La expresividad con un formato de mayores dimensiones, de los que tanto gusta, hará que la transformación operada en estos años, cuaje. Será como fase curativa de una cicatriz interior. En cuanto al Liceo, muy mejorado en la iluminación, está a punto de recuperar el blanco de las paredes, que habla del volumen de actos que programa la entidad usualmente.

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