Opinión

Aceitunas, por favor

Más de 21 millones de turistas han decidido viajar a España hasta el mes de mayo, lo que supone una nueva plusmarca estatal. La Xunta de Galicia ha elaborado un plan con el que se pretende alcanzar los 4 millones de visitantes este año, pero no parece que por estos pagos seamos capaces de sacarle rendimiento a la mejor materia prima. A Galicia se vuelve y no precisamente por el tacto de la hostelería y en los establecimientos hosteleros. No faltan escuelas pero nos comportamos como auténticos taberneros, sin mano izquierda con la clientela, salvo caras excepciones. Sucede algo parecido tanto en un furancho como en un garito de diseño con pretensiones levantado con cuatro perras por un profesional liberal en paro de lo suyo.

Una pareja con una cativa llegó a un bar frecuentado por politiqueo y gente con parné. La rapaza dijo estar encharcada en mosto y pidieron dos cañas. La tapa que sirvió la dueña sólo traía dos trozos de empanada. Pero mujer, la cortas en tres pedazos, gastas lo mismo y quedas como un señora. Esa gente se va pensando en volver cuanto antes. En otro local de tapa fina que están en ebullición entregaron el recibo de las consumiciones con una mancha que tanto podría ser dos dedazos de café como de sangre acuosa. Pero, mozo, imprime otro papelillo que son dos cadelas.

En Madrid, León, Oviedo, Vitoria, San Sebastián y hasta en Sevilla los camareros sirven cañas con la pasión de un trompetista. Aquí vendemos alcohol pero no queremos ni sabemos aguantar al borracho. A nuestra hostelería de andar por casa le acompaña que la clientela tampoco sabe alternar, hermosa manera de llamarle a ponerse de vino hasta atrás. Nos acodamos en la barra con el careto del que está vigilando el marco. En León o en Asturias se apartan para que puedas recoger lo que ya te han servido. Y en el local se forma un tetris de peña con una copa en la mano sin que nadie estorbe.

Tenemos la materia prima para ser una potencia turística. Todos los caminos conducen al final de la tierra y el principio del mar. Si de verdad queremos dedicarnos a este negocio, no es necesario una gran inversión. Sólo hace falta un poco de tacto para que nadie tenga que llorar unas aceitunas que le servirán de mala gana.

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