Opinión

Bien agarrado a la barandilla

Por las escaleras de la playa del Matadero bajó un tipo con la desgana de un gorrilla al sol. Después se dejó escurrir el hijo con una parsimonia hereditaria. Respetaron la fila y llevaban mascarilla, pero descendieron los cuarenta escalones bien agarrados a la barandilla y a sus virus. El sistema de semáforos para acceder a los arenales que instaló el Concello de A Coruña y fue repicado por medios internacionales está funcionando tan bien que en el Matadero un gran número de bañistas sube por donde sólo habría que bajar para evitar un rodeo. El chivato electrónico pierde la cuenta, pero la autogestión resulta efectiva. 

Una señora ofrece un sitio fabuloso mientras recoge airada la silla plegable. "No vuelvo más, la gente se pone muy cerca", comenta. En lo que llevamos de verano, sólo la marea viva ha hecho que sobrase gente o faltase arena, pero es cuestión de medida y opinión. "Yo voy a La Solana, pero hasta que marchen estos del Fuenlabrada no piso por allí", añade antes de despedirse. El caso "Fuentarada" ahoga a Javier Tebas y quema en la Liga. Por la radio se escucha que la alcaldesa de A Coruña denuncia ante la Fiscalía por incumplir el protocolo sanitario. Inés Rey refuerza su liderazgo abanderando una batalla inesperada. El Fuenlabrada continúa confinado en el Hotel Finisterre mientras suma nuevos positivos –diez confirmados– en la expedición. A la hora de la comida el Matadero es una calva, pero una señora planta la toalla a algo más de un metro escaso. Ya tumbada, pregunta con gesto de cacatúa: "No sé si me habré puesto muy cerca. ¿Cómo lo veis vosotros?". Por megafonía machacan cada diez minutos con la distancia social, pero el ser humano es gregario. 

En la radio canturrean los rebrotes de covid-19 y viendo al padre y al hijo agarrados a la barandilla y a la señora queriendo compartir aire ajeno sorprende que no esté contagiado hasta el del cornetín que sigue recordando la distancia social. Un colega precavido sostiene que "una vez que nos han dejado salir, esto no hay quien lo pare y nos volverán a encerrar". También quiere decir que si después de la estampida, el botellón y el jolgorio, las UCI no están  colapsadas, quizá estemos aprendiendo a convivir con el coronavirus. "No es un resaca, te puedes morir", insiste el colega. 

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