Opinión

La agonía del PSOE gallego

El PSOE gallego está empeñado en suicidarse. No hay día sin lío mediático y la impresión que provoca es la de la familia que se despelleja por la herencia en el hospital antes de que el enfermo la palme.

La situación pinta peor de lo que pueda pronosticar el militante más pesimista. Y el problema no estará resuelto con el cambio de Pilar Cancela por Carmela Silva en la presidencia de la gestora que tiene que conducir al partido hasta el congreso que designe a un nuevo líder.

Por mucha razón que Abel Caballero pueda tener al criticar que la actual y provisional dirección no ha asumido responsabilidades por los pobres resultados de las elecciones autonómicas, la gota china en cada reflexión pública no ayuda a sumar sensibilidades distintas, enchufar a la militancia y recomponer un partido roto.

Predica Abel Caballero sobre las cualidades de Carmela Silva para llevar el timón y Julio Sacristán, alcalde de Culleredo y presidente del PSOE coruñés, o Manuel Mirás Franqueira, alcalde de Oroso, le recuerdan que es "una mala copia de Francisco Vázquez y produce rechazo en el partido" más allá de Vigo. Ourense, A Coruña o Lugo tampoco pueden presumir de remar en la misma dirección a nivel local.

En el espectáculo de lanzamiento de cuchillos que han montado los socialistas gallegos sin cobrar entrada, sorprende la actitud respetuosa de las otras fuerzas políticas con representación parlamentaria, quizá porque ya ven al PSdeG en el tanatorio y está muy feo poner a caldo al finado.

Ni siquiera Miguel Tellado, secretario general del PPdeG y político de lengua afilada, ha querido cebarse. Luís Villares también va a lo suyo para que Galicia lo conozca y Ana Pontón está centrada en despertar al nacionalismo. 

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