Opinión

Autoempleo

Mientras este chófer de anécdotas esperaba a que la cativa terminase la clase de remo, noble deporte que al menos le puede permitir en el futuro salir de pesca sin gastar un peso en gasóleo como se hacía antes, un tipo se dedicaba a peinar concienzudamente la playa con un detector de metales. Cuando escuchaba un zumbido, escudriñaba la arena con una pala con la esperanza de conseguir alguna moneda, algo de 'colorado' o unas gafas de marca para llevarse al zurrón. En dos horas y media sólo se agachó un par de veces para recoger un discreto botín por la mueca de su cara. A las dos horas y media, una vez que los rapaces acabaron de bogar, uno de los padres le preguntó cómo iba su particular pesca. 'Hoy casi no he conseguido nada. La gente ya ni pierde cosas en la playa', respondió con resignación.

El hombre que acaparó la atención de bañistas y paseantes confesó que llevaba más de tres años en paro, tiene dos bocas que alimentar en casa y como no encuentra curro un amigo le vendió por cuatro perras el detector de metales. 'Es una forma del autoempleo que nos recomiendan', añadió con retranca sin abandonar ni un segundo la búsqueda. Hijos y padres se marcharon al terminar el entrenamiento, pero él continuó con la faena en la playa. Ya en el aparcamiento, un papelito colocado en el limpiaparabrisas del coche anunciaba: 'Recojo chatarra, todo tipo de metales y ropa'. Es otro tipo de autoempleo, como rebuscar en los cubos de basura, sisar papel de los contenedores de reciclaje o pedir en la puerta del súper.

Cuentan los que mandan que este país da señales de recuperación y se atormentan por no haber conseguido 'injustamente' los Juegos Olímpicos de Madrid 2020. Por las duras imágenes que se reproducen en nuestras las calles, nosotros sí somos campeones olímpicos, pero de salto al vacío. Y no hace falta ir a una gran capital.

Hace unos meses, una octavilla de compraventa de oro detallaba que incluso se recogían dientes de oro. Hemos vendido hasta el anillo de la abuela y ya sólo falta que también empeñemos su dentadura porque poco hay que comer. Pero nada, los genios que nos gobiernan siguen encantados porque aquí el personal sí sabe autoemplearse.

Te puede interesar