Opinión

Con cara de vinagre

Pues ya lleva un tiempo ocupando la silla de Pedro y el papa Francisco continúa ganando simpatías, sobre todo entre los que andan con la fe esmirriada. De regreso de Sobrados dos Monxes, un monasterio que espanta los malos pensamientos y agiganta la confianza en la, a veces, sabia mano del hombre, la radio cuenta las noticias de un día festivo en el que no hay mucho que rascar. La desgracia se cebó con una familia de Fisterra al despeñarse un cativo desde un tercer piso mientras su madre acudía al entierro de la abuela. La vida es retorcida y en la Costa da Morte saben bastante de suerte. De la mala.

Tras lamentar la tragedia, en la radio irrumpe la cálida voz del papa durante la homilía de de la misa Crismal del Jueves Santo celebrada en la basílica de San Pedro. Francisco advierte a los sacerdotes de que no sean "pastores con cara de vinagre quejosos, ni, lo que es peor, pastores aburridos". Este hombre es un auténtico fenómeno y parece decidido a invertir el rumbo de la Iglesia.

A continuación, y disculpas por no citar la cadena pero el dial en la Galicia interior baila y salta como la conexión telefónica después de cada montaña, un político con tono de mosqueo predica a la peña el aburrido argumentario. Con un poco de suerte, de la buena, no lo ha escuchado nadie ni habrá palmado un voto porque al personal le da por asaltar la Praia das Catedrais nada más tiene un día libre. Acabarán instalando una cabina de peaje.

La homilía del Papa hizo recordar a Xosé Manuel Beiras, y eso que en un principio no casan en la misma oración. Hace unos años, cuando consiguió elevar al BNG a segunda fuerza en el Parlamento gallego, un abuelo en una tasca compostelana soltó mientras en la tele detallaban los resultados: "Yo a este no lo voto ni aunque me maten". "¿No tendrás miedo a que te quite la pensión?", comentó con sorna un colega mientras indicaba que le rellenasen la taza. "No es por eso. Fíjate, acaba de pasar al PSOE por la derecha y continúa enfadado. Estoy harto de que me riñan".

El que vive en el enojo se convierte en una persona tóxica para los demás y es fácil que no lo sigan ni sus familiares. Las palabras del papa apuntan al clero, pero también los políticos podrían tomar apuntes.

Te puede interesar