Opinión

Las cenizas eternas de Leopoldo Nóvoa

Si pasan por Ourense, paren. Aún están a tiempo hasta el domingo de sobrecogerse ante la impactante obra de Leopoldo Nóvoa en el Centro Cultural Marcos Valcárcel. Delante de sus cuadros y de las fotografías de Xurxo Lobato que apoyan la exposición, el espectador puede imaginarse al artista rebuscando entre las diferentes variedades de cenizas clasificadas con esmero de coleccionista en pequeñas bolsas mientras con la otra mano elige un tamiz para empezar a pintar. "Los hago con cajas de puros", confesó el maestro una tarde de verano de 2008 en su taller de Armenteira (Meis), "aunque mi mejor herramienta de trabajo es ésta", añadió al sentarse en un sillón cansado por el uso. "No significa estar parado. Cuando estoy sentado es cuando más trabajo". Y así pasaba las tardes, estudiando lo que había creado durante la mañana.

El acceso al 'atelier' del genio para realizar un reportaje fue posible gracias a Rosario Sarmiento, comisaria de la muestra, mujer con nombre novelesco y una de las máximas autoridades cuando se habla de arte en Galicia. Leopoldo Nóvoa descubrió el embrujo de Armenteira en 1972 durante un paseo hasta A Bouza para visitar una finca de su familia y pensó que ese terreno al lado del monasterio sería un magnífico lugar para trabajar, contemplando la ría en la que tanto había jugado durante parte de su infancia. Amigo de los escritores Julio Cortázar y Juan Carlos Onetti desde que abandonó Uruguay para conquistar París en 1965, un incendio devastó su estudio en la Rue de Faubourg de Saint Antoine el 13 de abril de 1979. Todos sus cuadros y los de otros pintores gigantes quedaron calcinados. Acudió durante meses como un penitente al "taller más bonito de París" para revolver las cenizas hasta que se dio cuenta de que en la desgracia también se pueden presentar oportunidades para renacer. Lo hizo en 1983 cuando el arquitecto Celestino García-Braña, su amigo, construyó la casa-taller de Armenteira, en donde Leopoldo Nóvoa creó durante cada verano hasta su fallecimiento en París hace cinco años.

"¿Qué es la ceniza?" El artista recibió la pregunta sentado en el sillón del taller mientras explicaba la evolución de un cuadro. "Ceniza es lo que fui", respondió.

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