Opinión

Comportarse como niños con el covid

Es mejor continuar al ralentí que pararnos. Mientras se pueda gestionar la ocupación hospitalaria es recomendable seguir tirando con cautela en vez de un encierro domiciliario con la falsa esperanza de que el coronavirus se derretirá como la nieve cuando suban las temperaturas y volvamos a poner el pie en la calle. No hay recetas infalibles para combatir la pandemia de covid, como se está demostrando en Reino Unido y en Alemania –con cifras de muertos que ya se registraron por estos pagos la primavera pasada– a pesar del confinamiento extremo de la población. 

Nadie está a salvo cuando el contagio se produce por las vías respiratorias, taponar la boca y las fosas nasales te lleva al cementerio sin la última carta de la UCI. Avisados del riesgo como estamos, urge rebajar el tremendismo porque la mayor parte del personal se está comportando de manera ejemplar. Resulta más aconsejable animar que regañar todo el tiempo para conseguir un objetivo. 

Tanto el ministro Illa como el conselleiro Julio García Comesaña deben de estar hasta la mascarilla de que les pregunten por un confinamiento domiciliario que aplicaría sin tomar aire para evaluar las consecuencias su colega en Castilla y León, Verónica Casado, si el decreto del estado de alarma se lo permitiese. Los expertos tienen que dar su opinión, pero la última palabra es política. Ya dice el refrán: "Un médico cura, dos dudan, tres muerte segura". 

Ayer los cativos regresaron a las aulas en Galicia. El sindicato ANPE propuso a mediados de diciembre retrasar la vuelta hasta el lunes para articular medidas ante un hipotético repunte de contagios por las fiestas navideñas. Sonó a puente largo para prorrogar las vacaciones. Se puede argumentar que Reino Unido y Alemania lo han hecho, pero allá ellos y el futuro de esos chavales. En Galicia los colegios no han sido un problema gracias a la actuación  ejemplar de los docentes y al comportamiento de los niños. Los 850 positivos en una comunidad de 400.000 personas durante el pasado trimestre enseñan que se puede compatibilizar actividad y riesgo hasta que la vacuna inmunice al planeta. El caso de la hostelería es parecido pero carga con la pena porque los adultos no cumplen como niños, aunque es mejor el horario recortado que el cierre total.

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