Opinión

Consellería y ministerio del mayor

Los bomberos y la policía local de Ourense tuvieron que entrar el jueves por la ventana de la vivienda de un anciano que se había caído y no podía levantarse. Los bomberos aseguraron a La Región que este tipo de intervenciones se realiza al menos una vez al día durante todo el año. A mediados de febrero, agentes municipales de Ferrol ayudaron a un hombre, también de avanzada edad, que no recordaba dónde había aparcado el coche en el que llevaba varias horas atrapada su mujer, recién operada de la cadera. Ese mismos día fue encontrado el cadáver de un octogenario desaparecido en Barbadás.  

Las desorientaciones y la organización de dispositivos de búsqueda son habituales en una tierra que debe sentirse orgullosa de la longevidad de su población. No hay logro mayor y seguimos empeñados en vivir más tiempo. Según cálculos del Instituto Galego de Estatística, la esperanza de vida de los nacidos en 2019 es de 83,82 años (80,67 los hombres y 86,84 las mujeres). Otra proyección del IGE publicada en diciembre pasado estima que en 2035 en Galicia habrá 246.561 personas viviendo solas, 8.439 más de las que lo hacen ahora. 

La soledad es una compañía pegajosa. Japón, como antes hizo Reino Unido y también se plantea Alemania, ha impulsado un Ministerio de la Soledad tras detectar que el año pasado registró más suicidios motivados por el aislamiento social que muertes por covid. 

La pandemia ha destapado que el modelo de residencias es mejorable y ha puesto a los mayores en el foco asistencial. Con las características de la población, resulta inexplicable que ningún partido haya propuesto la creación de una consellería o de un ministerio para atender a los mayores, aunque fuese por efectismo político, mientras se concede categoría a otros departamentos que podrían ser una dirección general. La consellería y el ministerio del mayor tendría que ser transversal porque afecta a la cultura para mantener la mente despierta, al deporte para que los pies no pierdan las ganas de muiñeira, al turismo para sacarlos de paseo, a la economía porque cuesta dinero, amigos, aunque también genera trabajo, y por supuesto a la sanidad con una ventanilla específica. Una vicepresidencia sería reconocer el trabajo de los que van delante en la cadena de la vida. 

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