Opinión

Diez años sin gastar agua caliente

Al vecino que lleva más de una década sin gastar un euro en calefacción y agua caliente lo examinan en el rellano con una mezcla de desconfianza y curiosidad. La comunidad avisó al técnico en dos ocasiones para comprobar si el contador estaba trucado, pero el resultado de la inspección no detectó trampas. Tiene dos hijos (niño y niña) adolescentes. En la última reunión para consensuar el calendario de encendido de la caldera por el precio disparado del gasoil se cansó del lanzamiento de sospechas. “¿Pero qué pasa, acaso es obligatorio encender la calefacción y ducharse en agua caliente?”. Ni su insistencia con la ducha fría ni los dos informes del técnico han conseguido despejar la duda. Los ánimos empiezan a caldearse y eso que estamos pasando un otoño veraniego.

Un leído comerciante coruñés también tiene dos hijos, un chaval adolescente y una chica universitaria, a los que ha criado sin prender un radiador aunque el termostato marque 13 grados en el interior de la vivienda. “Siempre he tenido claro que con un forro polar y una mantita en A Coruña se puede pasar el invierno y más ahora que no sabes cuánto vas acabar pagando”. Es autónomo y asume el inevitable gasto en agua caliente, aunque hay gente que aprovecha la cuota del gimnasio para recortar el consumo doméstico.

Una funcionaria de Hacienda se quejó por el Real Decreto del Gobierno que limita a 19 grados la calefacción en invierno y a 27 el aire acondicionado en verano en edificios públicos, establecimientos comerciales, centros culturales, estaciones y aeropuertos. “19 grados es frío”, argumentó. “Es frío, mucho frío”, asintió la compañera con la que tomaba café. “Esto no se soluciona quitándote la corbata o poniéndote un edredón, el cuerpo tiene su temperatura ideal”. Los funcionarios de los juzgados de Ourense comparten la sensación de asfixia y tiritona, quizá por la costumbre de currar en manga corta o en camisa independientemente de la estación. La semana pasada un compañero del periódico salió rezongando del centro comercial Vialia de Vigo porque no estaba puesto el aire acondicionado y no aguantaba el calor. “Frío se pasaba antes, esto viene bien porque curte”, comentó ayer una anciana en un parque. “Hasta la piel”, zanjó la amiga.

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