Opinión

La dura agonía de Sampedro

Para despejar cualquier duda sobre el avance que representa la Ley de Eutanasia aprobada ayer por el Congreso debería bastar con el relato de la agonía de Ramón Sampedro según Ramona Maneiro, su pareja y las manos que le acercaron el cianuro, contó a este chófer de anécdotas para escribir el libro 'Querido Ramón': "Estaba contenta pensando que cerraría los ojos y se dormiría. Hasta luego, Ramón. Pero empezaron las convulsiones. Aguanté un poco mirándolo. Creía que iba a ser cosa de un instante, pero se alargó. No sé cuánto tiempo pasó. Es relativo. Para mí fue muchísimo, pero quizá fueron minutos o segundos. Empecé a sentirme mal. Me agaché y me fui de allí gateando para no ser grabada por la cámara que seguía en funcionamiento. Busqué refugio en el cuarto de baño. No soportaba escuchar aquello. No sé si él sufría. Yo sí lo hacía. Me reprochaba lo que estaba sucediendo: "Esto no es lo que yo quería. Esto no, no, no". Me tapé los oídos. No quería escuchar. Valoré la opción de acercarme a él y abrazarlo, pero no podía porque la cámara seguía grabando y me había prometido no desbaratar su plan sucediese lo que sucediese. No sabía dónde meterme. Era incapaz de moverme, estaba tirada en el suelo del cuarto de baño sollozando. Las convulsiones continuaban y me dolían su gemidos. Repito que no sé cuánto tiempo pasó. Minutos, supongo, pero se me hicieron eternos. Después, la casa quedó en silencio. Cuando, con el paso del tiempo, escuché a los especialistas hablar de los efectos del cianuro, me enfadé. Supongo que a él no le habían explicado lo mismo. Al menos Ramón no me lo había contado así. Si yo lo hubiese sabido ...". 

Han tenido que pasar 23 años para evitar un sufrimiento doble al que decide morir.

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