Opinión

El carrito de la limpieza

Es que no quiero coger la baja", le contestó una señora a una amiga a la hora del café. Por la vestimenta se pudo inferir sin más pesquisas que trabaja en el sector de la limpieza porque en A Coruña el Entroido de día nunca llegará a los niveles de desfase de Ourense. Resultó inevitable poner la oreja para pescar una anécdota en conversación ajena por la disposición de la mujer frente a la picaresca atávica. "Pero en estas condiciones no puedes trabajar", insistió la colega. "Ya, pero conoces bien mi salario y no están los tiempos para andarse con coñas. Yo sólo quiero medios para poder trabajar en las mejores condiciones posibles para no lesionarme", añadió la limpiadora. Su explicación no convenció a la interlocutora ni apaciguó la insistencia sobre la baja laboral. "Llevo meses pidiendo un carrito de la limpieza para no tener que cargar con los cubos como un camello. En cada estancia cambio el agua porque con agua sucia es imposible limpiar como hacen muchos para ahorrar esfuerzos y tiempo. Siempre que lo comento me responden con buenas palabras, pero el carrito continúa sin llegar".

La conversación hizo recordar a un emigrante retornado que decidió alistarse en una cuadrilla dedicada a la tala forestal en la Costa da Morte hasta completar la cotización que le permitiese cobrar una pensión. El hombre era un tipo simpático al que los compañeros tapaban como podían para que no se descubriese que no tenía callo para un trabajo físico.  Hasta que un buen día, al acabar el jornal de la mañana descendió silbando de lo alto del monte con las manos en los bolsillos. El capataz le sacudió la sonrisa de un bufido por haber dejado las herramientas abandonadas a su suerte y con riesgo evidente de no recordar su localización. Una pasta cuando tienes que comprarlas nuevas. "No se preocupe porque no llevé nada. Sólo subí a comprobar que no llovía para después bajar a por ellas", contestó el infeliz con una parsimonia que siempre paralizaba las pocas ganas para el curro que podían asomar en ocasiones señaladas.

En este país nos hemos fundido un potosí en cursos de prevención de riesgos laborales, pero aún quedan limpiadores que se dejan la salud por no disponer de un simple carrito sin que la Administración fiscalice sus condiciones.

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