Opinión

Entierros y oportunismo político

Una de la ocasiones en las que José Luis Baltar se mosqueó con este chófer de anécdotas durante una entrevista fue cuando el ex presidente de la Diputación de Ourense tuvo que responder si era cierto que lo primero que hacía por las mañanas su responsable de prensa era pasarle el parte de fallecidos para acudir a todos los entierros. "Es rotundamente falso, eso lo miro yo personalmente", contestó como un resorte el pillín de Baltar, consciente de que un buen político no puede delegar un asunto tan trascendente.

Se decía antes, acertadamente, que al entierro de la madre del cura asistía todo el mundo y al del cura no acudía nadie. El ex presidente Adolfo Suárez ha conculcando la regla, porque ha conseguido que por delante de su féretro pasasen hasta los que en su día le hicieron la cama y también los que lo ningunearon mientras le quedó un soplo de lucidez. Ahora, esos mismos lo ensalzan sin rubor y se inclinaron en la capilla ardiente. Hay ocasiones en las que resulta tan respetuoso guardar silencio como intentar quedar bien con palabras vacías. Y sus hijos políticos también corrieron a hacerse la foto, como si se tratase de los auténticos deudos del finado. Convendremos que no es lo mismo el respeto institucional que el oportunismo.

El pueblo, el que siente y padece las decisiones de los políticos, se arracimó en largas colas a la puerta del Salón de Los Pasos Perdidos del Congreso hasta altas horas de la madrugada para agradecer de manera sentida el mérito de pasar el pincel a un país que llevaba mucho tiempo en blanco y negro, aunque para algunos el cuadro quedase sin rematar.

Esa misma gente que no tenía pase VIP le recuerda a los que ahora gobiernan que es necesario una segunda transición hacia la dignidad y que el verbo dimitir no es tan difícil de conjugar, como demostró Adolfo Suárez para evitar que el juguete se volviese a romper con pocos años de uso.

Sobran las razones y los ejemplos para que una nueva generación irrumpa en escena y mande a su casa a muchos de los cantamañanas con más beneficio que oficio que viven cobijados en las instituciones.

Viendo a otros tres ex presidentes juntos, la duda estriba en si su velatorio será como el de Suárez o como el de un cura.

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