Opinión

Es más que aluminio

Si se han hecho camisetas con el rótulo "Fuck you CV 19", aunque sea con la sana intención de conseguir fondos para lograr una vacuna contra el coronavirus, se puede inferir sin necesidad de encargar estudios que la pandemia que aún vivimos no modificará las prioridades de la especie. Sólo falta la pillería de llamarle coviño o coviña -no hay consenso sobre el género– a un peluche para que algún listo se forre con el drama ajeno. También queda estupendo lucir en la pechera el careto de un carnicero como Stalin sin haberlo padecido, es cuestión de que el tiempo empañe la perspectiva. 

Durante el confinamiento extremo nos escandalizamos porque los medios para seguir con vida se encarecieron de un día para otro. No sólo se disparó el precio de las mascarillas, el metacrilato con el que se fabrican las pantallas y las mamparas protectoras también sufrió una especulación salvaje. "Los proveedores serios encarecieron el producto un 3%", según confesó a este chófer de anécdotas un distribuidor que no se prestó al mercadeo, "los indecentes hasta un 30% y adquiriendo grandes cantidades". Una pantalla que costaba 45 euros se pagaba a finales de abril a 200. Mientras las petroleras estadounidenses apoquinaban por desprenderse de barriles por primera vez en la historia, el metacrilato se convertía en oro transparente. "El problema es que dependemos del exterior. Fabricantes en España no hay y tampoco producción para cubrir la gran demanda. Se fabrica en China, en Alemania, en Reino Unido, pero no aquí". No se trata de regresar a la autarquía, pero el diagnóstico del distribuidor de metacrilato es nítido como el producto que vende.

Más de 20.000 personas se manifestaron el domingo en Viveiro para evitar que la multinacional estadounidense Alcoa clausure la planta de aluminio en San Cibrao que dejaría en la calle a más de 500 trabajadores y asaetaría la economía de la Mariña lucense. La amenaza de cierre pende sobre la única planta que continúa produciendo aluminio primario en España por el alto precio de la electricidad en una tierra con capacidad energética fabulosa. Ni antes Rajoy ni por el momento Sánchez han  dado con la tecla ante un problema que exige luces para ver que es de Estado.

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