Opinión

¡Qué dolor! ¡Qué dolor!

Álvaro Morata celebra el gol del empate de España en las semifinales de la Eurocopa 2020 ante Italia.
photo_camera Morata celebra el gol del empate las semifinales de la Eurocopa 2020 // KIKO HUESCA

El arcoíris floreó Wembley una hora antes de que comenzase la semifinal entre Italia y España como un guiño a la fallecida Raffaella Carrá, tifosi de la Juve y de Maradona e icono del colectivo LGTBI. Con razón siguen reclamando vivir en normalidad como ha sucedido en A Coruña y en todas las plazas de España por el asesinato de Samuel. La reivindicación que la UEFA prohíbe en la Eurocopa, la meteorología lo remedia. Sonó Raffaella en el calentamiento por petición de la Federación italiana, aunque nadie se opondría a que después de los himnos atronase en Wembley la voz de una mujer que ha estado presente en los momentos de celebración y felicidad de italianos y españoles desde hace cinco décadas. "Qué fantástica esta fiesta", tituló Marca la previa en una primera insuperable. Fue un partido de una intensidad maravillosa, pero cada uno recuerda la fiesta según acaba y no como empieza.

Comenzó bien para España. Luis Enrique alistó a un enorme Dani Olmo en vez de Morata en punta, confió la banda derecha a Oyarzabal y en el centro de la defensa situó a Eric García por Pau para esconderle la pelota a una escuadra que también la busca. "Me gusta que Italia tenga la misma fijación por sacar el balón jugado desde atrás, a ver si los pillamos en una y sale por fin el partido bueno porque para mí son los mejores 15 minutos de España", comentó en un mensaje el cineasta vigués que no quiere salir en los créditos. "Qué crack Lucho. Jorginho, el mejor medio de la Eurocopa ni se le ve. Si no fallamos, ellos no crean nada, defienden y salen a la contra", añadió poco después Rubén, el leído comerciante coruñés convocado por esta columna en la fase de grupos. 

España obliga a retroceder como un rodillo, Italia ataca como un cuchillo. En el minuto 60 respondió con una contra montada por Donnarumma a la insistencia roja, el corte al suelo de Laporte le quedó manso a Chiesa que remató a la red desde la bisagra del área. Después Oyarzabal cabeceó al aire un centro de gol y parecía todo finiquitado hasta que salió Morata para conseguir la prórroga asociado a Olmo. Y en los penaltis: ¡Qué dolor! ¡Qué dolor!

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