Opinión

Una Galicia ausente

El día que en el pueblo se inauguró el monumento al emigrante por empeño de Antonio los mozos alucinaron con los relatos de miseria y hambre. Las anécdotas de los que sí regresaron fueron escuchadas casi con incredulidad. No habían pasado tantos años, pero la estatua de un hombre agarrando la maleta emprendiendo un camino hacia lo desconocido parecía que recordaba a un tiempo remoto que jamás se repetiría. 
El sopapo de la crisis aún tardó un tiempo en devolvernos al suelo y los chavales andaban más preocupados en acertar con la elección del modelo de su primer coche que en sopesar si en el futuro seguiría corriendo la pasta para pagar el pufo en el que se iban a meter. 


Antonio apoquinó la escultura desde un estricto anonimato. Nunca quiso que se supiese el nombre del donante y se llevó el secreto a la tumba. Sólo pretendía que nadie de su concello se olvidase de que una generación entera desgastó su aliento lejos de un terruño al que algunos no volvieron ni para morir y otros lo hicieron pero dentro de un ataúd. Muchos de esos rapaces que aquella mañana bromeaban con las batallitas de los emigrantes emocionados han tenido que empujar también la maleta. Ahora lleva ruedas para facilitar el traslado del equipaje, pero el dolor continúa quemando con la misma intensidad. 


El Instituto Nacional de Estadística (INE) acaba de publicar el número de gallegos con derecho a voto para las próximas elecciones generales del 20 de diciembre y los datos también son dolorosos. Hay 17.031 gallegos más que en los comicios de 2011, pero se encuentran ausentes, como un país que no es capaz de garantizarle el sustento sin necesidad de marchar. En cuatro años en esta tierra hemos perdido 41.110 personas con derecho a voto y se han ganado 58.141 que se han inscrito en el censo de residentes ausentes (CERA). 


Se trata de un verdadero drama para el país porque la movilidad ha cambiado con los vuelos de bajo coste y muchos de los que emprenden la aventura para  ganarse el futuro en el extranjero ni siquiera acuden al consulado a oficializar su situación. En total son  más de 440.00 los gallegos con derecho a voto que residen fuera del Estado. La escultura que homenajea al emigrante vuelve a estar presente por los ausentes.   

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