Opinión

Galicia en la escalinata

En una de las últimas visitas a Madrid para repasar los niveles del frigorífico de la cativa, la conviviente pidió acercarse hasta la entrada del Congreso de los Diputados para hacer una fotografía con un tiro distinto al que se ve en la televisión. La escena capturada resultó de lo más curiosa. Un hombre con unas cinco décadas a la espalda se agachó delante de la escalinata de los leones para recoger la caca de un can tamaño bolsillo mientras un poli nacional contemplaba el gesto de responsabilidad cívica con dificultades para contener la risa.

Semanas después, camino de la estación de ferrocarril de Santiago de Compostela, al ojo de una leonesa le sorprendió que en el Parlamento de Galicia sería imposible una escena como la vivida en el Congreso por la gran verja que rodea al edificio. Recuerda la etapa como cuartel y aleja a los representantes del pueblo gallego de la calle y al pueblo de sus representantes.

El uso político de la escalinata del Parlamento de Galicia por sus señorías ha irrumpido en el debate como las insignificancias a las que se les presta atención para sacudirse el aburrimiento. De la zarpa pública está a buen recaudo. Para que un gallego pueda hacerse una foto en la entrada de su Parlamento tendría que pedir autorización y pasar por una garita de vigilancia. Olvídense de una imagen como la del can en la puerta del Congreso.

Resulta que al portavoz parlamentario del PPdeG, Pedro Puy, le ha sentado mal que la líder del BNG, Ana Pontón, se sacase el sábado una imagen en la escalinata con alcaldes y cargos nacionalistas para denunciar el estado de la sanidad pública. Puy apela al “sentido común” y a los “usos y tradiciones” parlamentaria para evitar “usos partidistas en espacios de uso común que son imagen de actos compartidos” como las concentraciones contra la violencia machista. Pontón recogió la queja  como un sarcasmo y dio por bueno el curro del sábado: “Non nos calarán”. BNG y PSdeG se habían servido en otras ocasiones del decorado, incluso unos 200 alcaldes y cargos del PPdeG montaron en 2005 un tumulto en el Parlamento contra el bipartito que presidía Pérez Touriño. El problema es la verja que aleja a sus señorías de lo que pasa a unos metros.

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