Opinión

La gripe que no tuvimos, el virus que nos mató

La cuenta siempre sale a pagar con dolor y lágrimas cuando se trata de cadáveres. Los sentimientos no entienden de edad ni de escalas económicas, sólo de afectos. Ni los más pesimistas creyeron al inicio de la pandemia que las cifras serían tan devastadoras como para acabar provocando una masacre generacional, además de enterrar las esperanzas de los jóvenes que se asoman a la edad adulta. 

Durante el confinamiento duro de la pasada primavera para frenar la propagación del coronavirus, un científico manifestó en una conversación informal con este chófer de anécdotas la confianza en que el ajuste en la mortalidad se acabaría produciendo a final de año tras computarse las bajas causadas por la gripe como sucede cada campaña. Fueron pasando los meses, el cálculo no mejoró y la gripe ni se presentó. 

El Sistema de Monitorización de la Mortalidad Diaria (MoMo) contabilizó el año pasado un desfase de más de 70.000 defunciones respecto a los doce meses anteriores. Durante la monitorización del 4 de enero al 2 de febrero se esperaban 39.500 fallecimientos, pero los registrados se dispararon hasta más de 48.200. Las 8.700 muertes de más se concentran en el grupo de edad que supera los 74 años (6.900), aunque las distintas variantes del covid comienzan a afectar de manera severa a los jóvenes.

Mientras las estadísticas diarias de contagiados siguen en escalada o galopando por mesetas sin camino de descenso, la temporada de gripe terminó enero con seis casos detectados en España y ninguno en Galicia. La tasa global de incidencia se situó el año pasado en 255,6 casos por 100.000 habitantes. En Europa esta temporada sólo se han detectado once pacientes con gripe, confirmados por laboratorio, que necesitaron recuperarse en la UCI, entre los cuales no hubo ningún fallecido. La mascarilla, la distancia social y la higiene de manos la ha convertido en una dolencia residual. Es un asidero para no perder la esperanza porque la respuesta a la campaña de vacunación contra la gripe fue histórica. Feijóo confía en que todos los mayores de 80 años estén vacunados contra el covid a principios de mayo, en el peor de los escenarios, para poner el contador a cero. 

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