Opinión

"Hola, su madre acaba de morir; tenía covid"

Toca desdecirse y corregir. Veinticuatro horas después de dejar por escrito en el folio de cada día que "con el paso de los jornadas se aleja el riesgo de que en la partida de defunción de la madre de la conviviente aparezca covid-19", un hijo recibió esa llamada que en otras ocasiones los hubiese pillado con el ánimo preparado. 

 –Hola, le llamo de la residencia, su madre acaba de morir. ¿Qué hacemos con ella?

–¿Pero qué dices?

–Tenía covid. 

–Si no me cuentas otra cosa, eso ya lo sabía. Porque no tenía síntomas y en la videollamada que hicimos ayer su máxima preocupación era que no había podido ir a la peluquería para lucir como le gustaba.

Silencio al otro lado de la línea. No tenía síntomas, pero sí 85 años y un carro de patologías que se podían complicar con la corriente de un silbido. La carencia de tacto para dar la noticia es la única tacha que le ponen al personal de la residencia, un colectivo desproporcionadamente señalado en los momentos más virulentos de la primera ola. El trago para el mensajero tampoco habrá sido fácil. "Vais a  caer todos", había avisado en la misma columna la vecina enfermera por la amenaza de colapso sanitario, aunque también reconocía una letalidad menor porque en la residencia entre León y Palencia que le toca "están contagiados 44 de los 46 ancianos, pero todos siguen como una rosa excepto dos que están hospitalizados y cualquier día van para el huerto, aunque con 94 y 100 años". Puede que al ramo se le haya marchitado alguna rosa más de las que calculaba. El invierno no acostumbra a compadecerse y puede ser terrible con las hojas delicadas.

El desconcierto es mundial y los que están al mando dudan entre endurecer los confinamientos o cruzar los dedos para que la economía ruede en un mercado de baches. Mientras en el Congreso se sigue ofreciendo un espectáculo lamentable y ajeno a lo que sucede en la calle, alcaldes como el socialista Francisco Fumega afirman que el cierre perimetral de los concellos de Carballiño, O Irixo y Boborás decretado por la Xunta "está más que justificado por el aumento de casos". La salud está por delante de la política y así tendría que ser aquí y en Madrid. 

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