Opinión

La independiente Galicia

Galicia sí es sentimentalmente independiente y no es soberanista porque no le sale del zueco, de momento. El resultado de las elecciones gallegas ha descolocado tanto por la derecha como por la izquierda a tertulianos histéricos y a aleccionadores de engañosa profundidad intelectual, incapaces de comprender qué pasa más allá de Pedrafita y A Canda, donde esos nativos tan trabajadores no dicen amén a lo que se predica en Madrid. 

Ganó por mayoría absoluta el PPdeG o el PPdeF (Feijóo), que poco tiene que ver ya con el PP nacional salvo que los fundó el mismo gallego: Manuel Fraga. Feijóo gobierna con la imaginación de un contable, pero sabe guardar la imagen de moderado. Y creció el BNG, fuerza soberanista, de la mano de Ana Pontón hasta unas alturas que confirman que no es una ensoñación que el Consello de la Xunta lo presida algún día una mujer nacionalista porque habla de problemas y propone soluciones que afectan también a los que no siendo independentistas sí aman su tierra. 

Galicia dejó sin representación a la escandalosa ultraderecha de Vox y a Ciudadanos, partido muleta que se ofrece tanto para una cojera de la pierna derecha como de la izquierda. Ya no estaban en la Cámara, pero el resultado reafirma que el artificioso jaleo de la bandera de España y los líos de la corte por estos pagos pican menos que un pimiento que no chupó agua de Padrón. Otras dos formaciones de obediencia estatal como el PSOE y Galicia en Común también resultaron penalizadas. Gonzalo Caballero, el candidato socialista, se comportó como un delegado del Gobierno en vez de ofrecer un proyecto propio para Galicia. "Pedro, si no traes una solución para Alcoa, no vengas", le tenía que haber dicho al presidente Sánchez. Fió su campaña al desfile de ministros, desmotivó a la militancia con la elaboración de las listas y el BNG vuelve a superar a un Caballero, ahora al sobrino. 

Gómez-Reino paseó al vicepresidente Iglesias y a los ministros Yolanda Díaz y Alberto Garzón, pero el tirón electoral lo tenían los herederos de Beiras y los que fueron alcaldes rupturistas. Con cinco escaños en el Congreso hicieron menos por Galicia que el BNG con uno y el nacionalismo volvió a casa en Bloque. Por la derecha, el PPdeF es más independiente.

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