Opinión

Indignidad sin límites

Hay noticias que confirman que el ser humano puede alcanzar un grado de abyección inimaginable. Y da igual que se haya educado en las calles de El Salvador, en las de Alemania o en las de Lugo. La Policía Nacional, en colaboración con la Interpol y la Europol, acaba de desarticular la primera red internacional de distribución de pornografía infantil a través de la aplicación de mensajería instantánea WhatsApp. A Rafael Pérez, comisario jefe de la Brigada de Investigación Tecnológica de la Policía Nacional, se le quebró la voz durante la rueda de prensa en la que detalló una operación con un saldo de 39 personas detenidas: 17 en España (uno en Lugo), seis en Colombia, cuatro en Italia, dos en Alemania, tres en Bolivia, dos en Costa Rica, dos en Paraguay, una en Chile, una en El Salvador y una en Portugal.  

A pesar de las barbaridades que habrá visto este hombre en las profundidades de la red, ayer le costó encontrar las palabras precisas para esbozar el delito cometido con niños: "Son imágenes denigrantes para la dignidad humana, hay una exhibición de un esfuerzo físico y sexual hacia los menores que pone los pelos de punta". Las víctimas que aparecen en los archivos intervenidos tienen entre los dos y tres meses y los ocho años. ¿Cómo es posible que alguien pueda excitarse viendo como un canalla abusa sexualmente de un bebé? Los chats pedófilos podían contar con 250 participantes. El dato revela que hay más descerebrados y más cerca de lo que podamos creer. Al arrestado en Lugo le fue incautado material escrito en el que deja constancia de relaciones sexuales con menores desde hace dos décadas, aunque todavía no se ha confirmado si grabó y difundió los abusos. Duele sin necesidad de verlo. 

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