Opinión

La jueza que acusaba de oídas

Durante unos años en Galicia hasta las conversaciones telefónicas para interesarse por un nacimiento o para trasladar un pésame se finalizaban enviando recuerdos a la jueza Pilar de Lara en el caso de que el interlocutor estuviese cerca del salsero político. "Aprovecho para saludar a Pilar de Lara, que me estará escuchando o lo hará después", soltaba con mucha gracia el asesor de un representante público. La coña era recibida con la risa floja que precede al escalofrío. Por el currículum de un familiar entregado sin mala intención a la persona equivocada cualquiera se podía ver en uno de los sumarios tochos que se escapaban del Juzgado de Instrucción número 1 de Lugo. 

Sólo en la operación Pokemon llegó a haber 200 imputados o investigados, como se le llamó después para intentar rebajar la presión pública y mediática, aunque los señalados estaban ya sentenciados para la actividad política. En los mentideros se decía que no eras nadie si De Lara no te había puesto el ojo, aunque también el que se queda sin pareja para el baile proclama que es porque no quiere o le molestan los zapatos. El club de damnificados por las macrocausas de Pilar de Lara cuenta con notables socios. La sentencia política sin condena judicial fulminó el mandato de cinco alcaldes –Francisco Rodríguez (Ourense), López Orozco (Lugo), Conde Roa y Ángel Currás (Santiago) y el fallecido Adolfo Gacio (Boqueixón)-, además de truncar las aspiraciones de Xosé Ramón Gómez Besteiro, secretario xeral de los socialistas gallegos, a presidir la Xunta en 2016. 

La dilaciones indebidas de Pilar de Lara provocaron un expediente disciplinario y la pérdida de su plaza en Lugo, pero la política gallega ya no puede rebobinar. La Audiencia de Lugo ha decidido ahora archivar la causa de O Garañón que investigaba a Besteiro y a Orozco al no apreciar "indicios de delito", sino "meras sospechas". La jueza actuó de oído sin contrastar la partitura. El exalcalde de Lugo se manifiesta como "el campeón de las desimputaciones", aunque ya no es capaz de precisar si son "ocho o nueve". Le falta una para sacudirse toda sospecha, como le sucede a Gómez Besteiro si se plantea coger carrerilla otra vez. Para otros no habrá segunda parte. 

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