Opinión

La felicidad de la fisio

Cuando la biología o las curvas de la vida te rodean de mujeres hay conductas masculinas que cuesta asimilar. Un teletipo anuncia que el Colexio Oficial de Fisioterapeutas de Galicia organiza el sábado unas jornadas en A Coruña "para concienciar sobre las vejaciones y el acoso que sufren las fisioterapeutas por el hecho de ser mujeres". Que un fulano acuda una clínica aquejado de un dolor muscular insoportable y acabe solicitando "final feliz" porque lo han tratado las manos de una mujer parece un guión manoseado de película porno, pero casos así se suceden más de lo que pueda pensar un calenturiento patológico. Y aunque el problema no se haya visibilizado hasta ahora, no quiere decir que no exista ni que las "feminazis" se lo hayan inventado aprovechando la coyuntura, como podría argumentar una mente retorcida. 

En la jornada estará la fisioterapeuta Bibiana Andreia Viega, autora de unas viñetas que ilustran situaciones tan cotidianas como repugnantes. Los dibujos espolearon a sus colegas y los ejemplos comenzaron a caer en las redes sociales bajo la etiqueta '#MeTooFisio'. El anuncio de la charla condujo a la lectura de los ejemplos, primero con escepticismo, como cuando escuchas a un médico quejarse de que el paciente que tiene que curar lo ha agredido y ocurre; después con enfado y vergüenza por pertenecer al género masculino. Si tiene un rato y tragaderas, se encontrará con tipejos que después del masaje preguntan por el final feliz, con fulanos que se despelotan sin ser necesario, pellejos que exhiben sin rubor su erección, preguntas sobre el novio de la fisioterapeuta, comentarios sobre su habilidad manual o la ausencia de tacto durante una entrevista de trabajo para que la profesional se incorporarse a los servicios médicos de un equipo de fútbol masculino. 

Consuela, algo, que la mayor parte de los ejemplos tiene a un hombre ya talludo como protagonista. La esperanza está en los jóvenes si no se estropean. El último cuarto del siglo pasado perteneció a la mujer por la consecución de derechos en los países desarrollados, en el actual ya no está dispuesta a retroceder. A la fisio le hace feliz que el paciente se vaya contento porque le ha aliviado su dolencia sin tener que meter mano a contracturas mentales.

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