Opinión

La limosna como botín

El párraco de Piñeira de Arcos denunció en el cuartel de la Guardia Civil de Xinzo de Limia el robo de la limosna de los cepillos tras forzar la puerta del templo. Hay que tener pocas luces, estar desesperado por no tener ni para pagar la luz o no haber entrado en una iglesia del rural hace un porrón de años para perpetrar semejante fechoría. 

Más del 50% de los hogares gallegos llegan "con dificultad o mucha dificultad" a final de mes, según los datos del primer trimestre recogidos por el Instituto Galego de Estatística. Durante este periodo, el 27,71% no se ha permitido ningún gasto extra. Y no piensen que se trata de tirar de tarjeta hasta fundir los plomos de un centro comercial, sino en actividades de ocio tan comunes y modestas como salir a cenar o pasar una tarde en el cine o en el teatro. En el 11,12% de los hogares han disminuido gastos corrientes como ropa, calzado o transporte. Con lo justo vamos tirando hasta que el agujero en la suela del zapato delate que es necesario una pequeña inversión para evitar resfriados, pero asaltar una iglesia del rural gallego no resulta un acto delictivo rentable para los cacos, a no ser que le hayan echado el ojo a alguna talla de valor o a la plata de los candelabros. Por eso ahora casi todas las iglesias están cerradas excepto en horario de misa en las parroquias que tienen la suerte de contar con un sacerdote que atienda a la comunidad. Cuando los fieles son contados y los que quedan sobreviven de la famélica pensión, resultaría un milagro encontrar los cepillos rebosantes de billetes y monedas en vez de calderilla. Al fulano o fulana que descerrajó la puerta de la iglesia de Piñeira de Arcos seguramente le hubiese salido más provechoso el día acudiendo a Cáritas en vez de llevarse las limosnas como botín. 

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