Opinión

La ola que pasa

La ruptura de En Marea supondrá un incremento de gasto en el Parlamento de Galicia de 152.000 euros por la creación del grupo mixto. Un colega con indisimulada inclinación hacia la derecha de la derecha se quejó del coste del divorcio para las arcas públicas. Las cuatro perras según el presupuesto de la Cámara son una fortuna de capital emocional derrochado. En las elecciones generales de diciembre de 2015, En Marea consiguió seis diputados en el Congreso, cantidad inimaginable para el BNG incluso durante el Gobierno bipartito. Hasta David Bruzos logró escaño por la provincia de Ourense, aunque se quedaría sin él meses después en la repeteción electoral. 

Con seis diputados, o los cinco que obtuvo en las elecciones siguientes, En Marea tenía la oportunidad de comenzar a hacer Estado desde Galicia siguiendo el manual de otras fuerzas como el PNV. Pero como sólo una parte tenía sensibilidad nacionalista, al final acabó siendo en Madrid una fuerza insignicante que levantó y bajó la mano cuando se lo indicó Podemos.  

La merma en la representación en las últimas generales, hasta los dos diputados que sacó Galicia en Común tras la ruputura del partido instrumental, y la pérdidida a continuación de las alcaldías de A Coruña, Santiago y Ferrol hacen presagiar tiempos difíciles para la corriente llamada del cambio a un año de las elecciones gallegas. En la izquierda con sensibilidad nacionalista la frustración se agarra al ánimo como el chapapote a la roca. Para la corriente alumbrada en las plazas con el movimiento 15-M tardará en aparecer otra ola buena, si no ha pasado ya. Es lo que pasa cuando troceas la tabla en vez de compartirla. 

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