Opinión

La parida

Tranquilos, yo lo controlo”, respondió el jefe al departamento de recursos humanos que desaconsejaba la incorporación de un trabajador con tanto talento como mala cabeza. Algo parecido debió de comentarle Alfonso Fernández Mañueco a Alberto Núñez Feijóo para que se despreocupase por la entrada por primera vez de Vox en un Gobierno, Castilla y León, y los rasguños en el envoltorio de la centralidad con la que el líder del PP aspira a llegar a La Moncloa. El trabajador fue despedido al poco tiempo. Las buenas ideas aportadas no compensaban las formas. Al vicepresidente de Castilla y León, el ultraderechista Juan García-Gallardo, todavía no se le conoce un pensamiento que resulte inobjetable para la sociedad, pero sí ha conseguido hacerse notar con propuestas que firmaría cualquier bocachancla atufado de cazalla.

La crueldad de la última parida de Gallardo para obligar, según la primera versión sobre el protocolo Provida de Castilla y León, o sugerir, tras la contundencia y diversidad de las críticas, que los médicos pongan los latidos del feto a las mujeres que deseen abortar ha tenido que ser enmendada cinco días después por Mañueco en una declaración institucional sin preguntas. “No se obliga a nada, ni a médicos ni a mujeres; ellos decidirán si necesitan información”, argumentó para contener la voladura. Feijóo se ha desmarcado del revuelo mientras la nueva cara amable del PP, Borja Sémper, proclamó que “Vox es un chollo para el Gobierno”. El Ejecutivo amenazó con la aplicación del artículo 155 por saltarse la Constitución.

Feijóo tiene un problema con su posible socio, Sánchez un comodín a mano. La ultraderecha acaba siendo incontrolable aunque la dirija Santiago Abascal en vez de Trump o Bolsonaro. El diputado Ignacio Garriga defendió “la lucha contra la cultura de la muerte que promueve la izquierda”. Palabras muy graves, pero los políticos a los que acusa de abortistas siguen aumentando la guardería de La Moncloa –Garzón (3 hijos), Irene Montero (3), Ione Belarra (1)–. El PSdeG ha estado rápido para interpelar a Alfonso Rueda en sede parlamentaria sobre un tema que parecía pasado y el BNG refresca el apoyo de Feijóo a la Red Madre, pero el presidente de la Xunta sólo tiene que controlar a los suyos porque Galicia abortó la entrada de Vox.

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