Opinión

La venganza de las matemáticas

Cuando este chófer de anécdotas cursó a principios de los años 90 la carrera de Periodismo en Salamanca, los calculines casi eran tomados como una especie en riesgo de extinción. Si a los alumnos de Bellas Artes se les distinguía a la primera por la pose y a los de Derecho y Periodismo por la naturalidad para fardar de resaca, un velo de instrospección cubría a los contados estudiantes de Matemáticas. Los aspirantes a galenos desaparecían cada cierto tiempo en la habitación, sobre todo cuando se encerraban para preparar el MIR, los informáticos comenzaban a asomar entre la fauna universitaria avisando de que en unos años serían imprescindibles, pero el teléfono móvil no era herramienta común ni Windows el sistema operativo universal, por lo que el personal se preguntaba si se podrían ganar la vida diseñando programas para que funcionasen los cajeros automáticos, que era lo primero que enseñaban cuando alguien se apuntaba a un curso de informática nivel usuario. 

Hoy se abre el primer plazo de matrícula para las carreras universitarias en Galicia y las que exigen una nota más alta en la USC son tres dobles titulaciones:  Matemáticas y Física (13,552 sobre 14), Matemáticas e Ingeniería Informática (13,100) y Periodismo y Comunicación Audiovisual (13,014). Parece la venganza de las Matemáticas. Entre las carreras únicas que piden más nota están el grado en Medicina de la USC (12,575), Biotecnología (12,446), Odontología (12,080), Enfermería (11,786), Matemáticas (11,632) y Periodismo (10,455).

A alguien que haya disfrutado la bonanza económica en la prensa y después sufrido el castigo de la crisis como en pocos sectores, le descoloca que chavales con una media que les permitiría estudiar cualquier cosa continúen decantándose por el oficio más bonito del mundo. La vocación y la satisfacción no siempre llenan el puchero y hay notazas despachando destrás de un mostrador. Rebobinando hasta aquella época universitaria, seguro que todos los matemáticos que salieron en las promociones de los años 90 tienen un empleo estupendo. La ocupación de los calculines titulados roza el pleno, con la diferencia de que ahora los jóvenes son conscientes de que el futuro se escribirá con números. 

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